Compleja pero imprescindible gobernabilidad

Sin duda muchos, aunque divergentes, serán los análisis que se efectuaran en los próximos días sobre el resultado electoral de este 25N en Catalunya. Existe un hecho incuestionable: el 69,49% de participación evidencia la importancia de las elecciones y la consciencia ciudadana del momento trascendental que atraviesa el país. Ciertamente, los resultados han aportado grandes sorpresas. Pero si uno está atento a las conversaciones de los ciudadanos fuera de los circuitos oficiales y a las familias con gran parte de sus miembros en el paro, se intuía que los resultados se apartarían del guión habitual y que la configuración parlamentaria seria muy distinta a la actual. Especialmente, después de que las acusaciones sobre corrupción inundase los últimos días de campaña.

El crecimiento importante de ERC era más que previsible, al igual que el de Ciutadans (si bien, es este caso, en menor escala). Igual que la bajada del PSC y la entrada de la CUP en el Parlament. Lo que nadie se imaginaba era que Convergencia se situase en 50 escaños, 12 menos que en la legislatura anterior. Hecho que implica una enorme dificultad en afrontar la gobernabilidad del país en solitario y la necesidad de configurar un gobierno de coalición.

El parlamento catalán queda conformado por 87 diputados que representan a los ciudadanos que desean ejercer su derecho a decidir (CiU, ERC, ICV y CUP). Una amplia mayoría si se contrapone a los 48 diputados que suman PP, PSC y Ciutadans. Sin embargo, más allá de la coincidencia o no en el derecho a decidir, el análisis de los programas electorales evidencia serias divergencias en cómo afrontar la crisis y, muy especialmente, aquellas políticas relativas a reactivar la economía y generar ocupación. Un aspecto no menor atendidas las actuales circunstancias de endeudamiento; de mercados financieros cerrados, con cifras escandalosas de paro; y cientos de miles de ciudadanos en riesgo de exclusión. Es por ello, que la formación de un nuevo gobierno en Catalunya se anuncia muy complicada, al igual que la aprobación de unos presupuestos que generen una amplio consenso.

Con el 94,79% de los votos escrutados y pendiente del resultado final, el mensaje que nos dejan las elecciones es que Artur Mas debe encabezar el nuevo gobierno. Un gobierno que deberá compartir con ERC o con el PSC y que, en su configuración, debe regir por un igual la convocatoria de un referéndum de autodeterminación y las políticas necesarias para reactivar la económica. Políticas que requieren ganarse la confianza de los mercados, que deben prestarnos los recursos financieros requeridos; y la de los empresarios que, asumiendo riesgo, generen puestos de trabajo y logren el consenso imprescindible para movilizar voluntades y posibilitar que se encauce la fuerza colectiva para superar las dificultades.