Crisis institucional en Valencia, cuidado
En toda España la clave del Gobierno, tras el 20D, es quién quede segundo. Pero en la Comunidad Valenciana todavía es más importante porque depende de la suma de votos que consiga la coalición Podemos/Compromís frente al PSPV/PSOE. Y de ahí pueden derivarse efectos telúricos sobre las instituciones, la política en general y la ideología nacionalista.
La Generalitat Valenciana está gobernada por Ximo Puig (PSPV-PSOE) con los peores resultados de la historia socialista en la Comunidad Valenciana. Pero consiguió la presidencia con un pacto con Mónica Oltra (Compromís) con los mejores resultados de su historia, gracias a la fuga de votos del PP en busca de una propuesta valencianista. Podemos con Antonio Montiel suma la mayoría parlamentaria.
Pero ese pacto fue hecho a sangre, porque Mónica Oltra ambicionaba la presidencia de la Generalitat. De hecho Puig tuvo que colocar provisionalmente a un socialista en la presidencia de las Cortes (Francesc Colomer) para controlar la presentación de candidatos. Ahora Colomer es presidente de la Agencia Valenciana de Turismo y el nacionalista Enric Morera ocupa el sillón principal de las Cortes Valencianas.
El detalle programático del pacto (El Pacte del Botánic) son apenas una docena de folios porque no hubo manera de poner de acuerdo a los tres firmantes en los grandes temas trascendentales de la Comunidad Valenciana. Y Puig no quería esperar más tiempo para ocupar la presidencia.
Un acuerdo parecido se hizo también en los principales ayuntamientos de la Comunidad. Alicante tiene a Gabriel Echávarri como alcalde socialista con el apoyo de Compromís y Podemos. La alcaldía de Castellón es de la socialista Amparo Marco, con el apoyo de Enric Nomdedeu (Compromís) y Podemos. Y la alcaldía de Valencia para Joan Ribó, de Compromís con el apoyo del PSOE de Joan Calabuig.
Y así en cantidad de municipios. Pero todo eso puede ir por el aire en función de si el resultado en los votos en la Comunidad Valenciana favorece a la coalición electoral Podemos/Compromís o el PSPV-PSOE.
La mejor prueba es que el propio Pablo Iglesias vino a Valencia el viernes a cerrar la campaña para muñir los últimos votos, acompañado de Colau, Oltra y Errejón. Una apuesta total.
Los socialistas se han cansado de repetir que no pasará nada ni en el caso de ese sorpasso. Pero los de Compromís dejan caer siempre que este posible cambio en la relación de fuerzas a seis meses de las autonómicas y municipales debe traducirse en algo.
En cualquier caso todos coinciden que ya nada será igual después del 20D.
El candidato de la coalición Compromís/Podemos, Joan Baldoví, insistía ayer en que sus diputados formarán un grupo parlamentario propio en las Cortes.
Y al margen de las tensiones que eso puede provocar en Podemos lo evidente es que sería la primera vez que Valencia tiene una voz propia en el Parlamento español, porque el PSPV/PSOE no lo consiguió nunca por mucho que lo intentó. Como mucho han tenido subgrupo.
Porque además de las tensiones institucionales y políticas, a partir de la semana que viene también habrá en cualquier caso un cambio en la referencia nacionalista valenciana.
Puig intentó al principio de su mandato como secretario general del PSOE valenciano resucitar la marca PSPV, para hacerse con el voto nacionalista o valencianista que hasta ahora pasaba de unas siglas a otras.
Pero desde el PSOE le cerraron cualquier posibilidad, como ocurrió en su momento con el PSC. El ascenso de Compromís significa que el nacionalismo valenciano se afianza alrededor de Mònica Oltra y no con el PSPV. Un cambio rotundo en las referencias ideológicas valencianas.
El segundo puesto es importante política e institucionalmente, pero este proceso ideológico no hay quién lo pare.