Déjà vu
Tengo una extraña sensación de déjà vu estos días a costa de la corrupción. Al igual que Bill Murray en “atrapado en el tiempo”, el meteorólogo que tenía que retransmitir el tiempo en el día de la marmota y quedaba atrapado en un desternillante ciclo que se repetía a diario, tengo que confesar que la corrupción política me produce la misma sensación.
Da igual el signo político del personaje, da igual su nivel jerárquico o posición social, da igual que sea detenido, encausado, presunto, o condenado… lo que no da igual es el enorme daño a la credibilidad de las instituciones, a la estabilidad misma de nuestro sistema democrático y a la pérdida de foco sobre las prioridades que debemos afrontar como país. En estos momentos tan críticos, enfrentando una crisis de proporciones históricas, sencillamente no podemos perder el tiempo en enfrentamientos partidistas a costa de estos lamentables elementos corruptos. Basta ya que las principales fuerzas políticas de nuestro país y los medios de comunicación dediquen mayoritariamente su tiempo a escarbar en pútridos asuntos gestionados por personajes salidos de la más absoluta friki-ficción: personajillos como “el bigotes” o el alcalde cantaor “pepe calayo”, el propio Julián Muñoz… Basta ya.