El ala dura de PP y la estelada
La prohibición de la estelada en la final de la Copa del Rey en la capital de España, finalmente levantada por el juez, estaba basada en tres factores: la interpretación de la ley, la campaña electoral y un acto reflejo de una parte de los políticos españoles derivado al excitarse con el cuestionamiento de la unidad de España.
Una ley que no se basa en coartar la libertad de expresión sino en pretender evitar el despliegue de símbolos que precisamente la cuestionen. Aunque la ley siempre tiene margen para ser interpretada, la estelada, hasta ahora nunca prohibida en los campos de fútbol en España, no debía ser perseguida.
Digo perseguida porque, una vez que se prohíbe algo, al instante es perseguido con objeto de hacer cumplir la ley. Esta es la razón por la que se intenta prohibir lo menos posible, ya que toda prohibición necesita presupuesto para garantizar su cumplimiento y capacidad humana para poder ejecutarla.
La pregunta que debemos cuestionarnos es por qué la delegada del gobierno, Concepción Dancausa, ha decidido adoptar la interpretación más alejada y contraria de la ley. Y la respuesta nos lleva a los dos factores antes expuestos: la campaña electoral y el acto reflejo autoritario. La tentación por visualizar la división de las fuerzas políticas de la izquierda en relación a la unidad de España está presente en la decisión.
En la misma dirección, el ala dura del PP, eufemismo que esconde las actitudes de extrema derecha en el Partido Popular bajo el manto de un término que les da un halo de legitimidad política, ha vuelto a marcar la agenda política. Una decisión que ha incomodado a todos los partidos, incluido el PP. Un partido que está intentando desprenderse de su imagen corrupta y que también quiere dominar a sus halcones.
La decisión de promover la prohibición de la estelada ha sido satisfactoria como estrategia del PP para provocar visualizar el conflicto de izquierda/ derecha, unidad de España / independentismo. Les ha permitido aflorar la tibieza y contradicción de otros partidos políticos que no han mostrado públicamente el rechazo frontal a la decisión de la Delegada del Gobierno. Y aquí aparece el factor del acto reflejo de la España del «todo o nada».
La falta de determinación de todos los partidos políticos contra la prohibición provoca en los electores una imagen demasiado liberal y, consecuentemente, los muestra débiles frente a los separatistas catalanes. La imagen proyectada de Franco y Hitler en la fachada del castillo de Guadamur en Toledo, tan criticada, parece ahora proyectarse en algunos rostros de la clase política española.
El acto reflejo surge de forma involuntaria cuando hay un estímulo específico como, por ejemplo, cuando el médico nos da un pequeño martilleo en las rodillas y ésta, excitada, reacciona súbitamente. Así actúa el ala dura del PP. Un acto reflejo en la política española que se dispara cuando se critica o cuestiona la unidad de España. Todo su cuerpo se mueve instintivamente, convocando a los fantasmas del pasado.
El intento fallido de prohibición de la estelada esconde la irrefrenable vocación del ala dura del PP, que consiste en recordar a los partidos políticos, tanto de la derecha como de la izquierda, que seguimos sometidos al misterioso influjo de la unidad de España como realidad no transformable bajo ningún tipo de acuerdo político y social, por mucho que lo deseen muchos españoles.