El brexit no es un virus. O sí

En otoño, un rebrote del brexit volverá a abrir los informativos tras haber cedido el protagonismo de la actualidad al coronavirus

El brexit no es un virus. Eso está claro. Pero lo parece. De hecho les puedo asegurar que en otoño habrá un rebrote y que volverá a abrir los informativos tras haber cedido el triste protagonismo de la actualidad al temido Covid-19.

A medida que se acerque el 31 de diciembre, fecha prevista para la salida definitiva del Reino Unido de la UE, se extenderá de nuevo un nerviosismo bien fundado entre muchos de los países comunitarios, especialmente el nuestro. El Gobierno de Boris Johnson ha dejado claro que no va a pedir una prórroga que vaya más allá del fin de año.

El rubio inquilino del 10 de Downing Street parece convencido de que la suerte está echada y de que a su país le va a ir mejor fuera de la UE. Y comienza a dar pasos firmes y decididos en ese sentido. Esta misma semana ha iniciado los primeros contactos con el gobierno de Japón para cerrar un acuerdo de libre comercio entre ambos países.

Londres quiere garantizarse así negociar directamente con la cuarta economía del mundo en cuanto se quede fuera del paraguas de Bruselas. Y no solo con Japón, los acuerdos bilaterales se van a extender a EEUU. Australia y Canadá.

Los británicos, audaces como pocos en los negocios, van a iniciar así un nuevo modelo de relaciones comerciales que supone la vuelta al viejo esquema del bilateralismo. A imagen y semejanza de lo que vienen haciendo las dos grandes potencias, EEUU. y China.

Un detalle no menor es lo sucedido con la marca de automóviles Nissan. La firma japonesa ha decidido mantener solo una fábrica en Europa. En Sunderland, al norte de Inglaterra. Siete mil trabajadores que mantienen sus puestos de trabajo mientras sus colegas de Cataluña se quedan en la calle y protestan no se sabe muy bien contra quién.

Los británicos en el fondo sienten que sueltan lastre con su salida de la UE

Que la dirección japonesa de Nissan haya apostado por el Reino Unido como única planta en el viejo continente, aun a riesgo de un brexit duro, evidencia que el posicionamiento británico fuera de la UE no es tan descabellado desde el punto de vista económico como algunos quieren creer y hacer creer.

Y a esto contribuye la patada al tablero del «orden mundial» que ha dado el coronavirus. Europa bastante tiene con lamerse las heridas y con afrontar una crisis inevitable sin saber muy bien quién y cómo la va a pagar.

Los británicos también salen tocados. La caída del PIB de abril en un 20,4%, unido al 2% del primer trimestre del año, dejan al país en la senda de la recesión. Johnson ha puesto en marcha ayudas por cerca de 375.000 millones de euros en créditos para que las empresas afectadas hagan frente a los salarios de sus trabajadores. Y cruza los dedos para que el roto de la pandemia no sea aún mayor.

Hay quien cree que con este escenario Londres se verá obligado a solicitar una prórroga para la salida que vaya más allá del 31 de diciembre. Pero Johnson no atiende a esa lógica. Es de los que cree que, sea cual sea la situación, la UE será siempre un lastre.

La británica es una sociedad históricamente cauterizada contra el dolor, por mucho que ahora surjan protestas antirraciales dispuestas a revisar su pasado colonial.

Por supuesto que muchos próceres de la patria basaron sus fortunas en el tráfico de esclavos, de la misma manera que muchas grandes firmas de la City financiera obtienen ahora multimillonarios beneficios operando con las ventajas propias de un paraíso fiscal.  

No es lo mismo, claro. Entre otras cosas porque la esclavitud se abolió hace ya dos siglos. Pero ustedes me entienden. Un imperio no se mantiene así como así durante tantos años ni trata de tú a tú a las primeras potencias del mundo para llegar a acuerdos comerciales bilaterales aun en plena recesión.

Ni tan rápido ni tan lejos

Dice el conocido aforismo que si quieres ir rápido, lo mejor es que viajes solo. Pero que si quieres llegar lejos, vayas bien acompañado. Los británicos han llegado a la conclusión de que con la UE ni iban rápido ni llegaban lejos.

Pueden estar equivocados abandonando a sus socios europeos e iniciando su andadura por libre. Al fin y al cabo las viejas recetas no son siempre infalibles y el mundo tampoco es el que era. Por mucha nostalgia del viejo imperio que se tenga. Pero es lo que tiene organizar un referéndum y asumir el resultado.

Menos mal que nosotros tenemos sol y playa.