El caso Seat

Yo no sé si finalmente el dichoso Q3 vendrá a Martorell o no. De hecho, nadie lo sabe. Me dicen que, ni siquiera, los propios jefes de Volkswagen lo tienen claro aún. De lo que sí estoy seguro es que no me gusta el papelón que están haciendo las administraciones españolas en este tema. Entiendo la muy difícil papeleta que tienen en las manos. Cada estornudo de Seat o Nissan provoca una neumonía severa en la economía catalana, en la que el peso de un sector como el de la automoción, cuyas decisiones se toman en sedes lejanas, es excesivo.

La posición negociadora, pues, del ministro de Industria, Miguel Sebastián, y el conseller de Innovació, Universitats i Empresa, Josep Huguet, es muy débil. Pero una cosa es tener muy pocas bazas en la cartera y otra ir a jugar la partida enseñando tan claramente las cartas. Sobretodo, si enfrente hay unos tahúres de tomo y lomo.