El chocolate del loro (o caerse del caballo)
De repente los nuevos gobiernos valencianos en la Generalitat y los grandes ayuntamientos se han caído del caballo. Cuando ha llegado la hora de confeccionar los presupuestos de 2016 se han encontrado con que apenas tienen dinero para formalizar algunas de las grandes aspiraciones electorales del 24 de mayo.
De los 18,370 millones previstos apenas se pueden dedicar pequeñas cantidades a algunas de las grandes ilusiones vendidas políticamente. El resto está atado por gastos corrientes, personal, pago de la deuda (40.000 millones) y rutinas varias. Poco y casi nada para la imaginación presupuestaria. Cuando ha llegado la hora de la verdad, los nuevos gobernantes se han caído del caballo. Pese a la palabrería política habitual el rey está desnudo. Todo se apuesta a un cambio en la financiación autonómica.
Les queda el chocolate del loro porque las necesidades habituales apenas dejan para apuntar unas políticas sociales que más bien quedan como el cepillo de las parroquias. Del gran apoyo al valenciano solo resaltan los 200.000 euros para la música en la lengua propia.
La paradoja es tan impactante que ya han empezado a romperse acuerdos municipales entre PSOE y Compromis (Liria) o han aparecido las duras condiciones que ha marcado la franquicia de Podemos en Castellón a Amparo Marco (PSPV-PSOE) y Enric Nomdedeu (Compromís) si quieren ver aprobados sus flamantes presupuestos municipales.
Tal vez por eso la vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra, redirige todas las ruedas de prensa sobre el presupuesto y el funcionamiento del Gobierno autónomo a las dificultades que pone Mariano Rajoy para que el Consell flete un barco gratis para traer centenares de refugiados sirios a Valencia.
El Consell subirá el Impuesto de Patrimonio para recaudar 2.9 millones. Crea nuevas tasas por un total de 1.8 millones. Y deja la Agencia Tributaria en una mejor coordinación de los ingresos fiscales de las diputaciones. Hay 29 millones para nueva televisión, pero tienen que dedicar 26 para liquidar la que aún colea. Todo el chocolate del loro.
La consellera de Obras Públicas, María José Salvador, anuncia 129 millones en infraestructuras públicas, que se dedicarán en mayoría al mantenimiento de la red.
Habrá mil plazas más en educación y 1.200 en sanidad. Pero en los próximos tres años.
Pero lo mismo pasa en los ayuntamientos. En Valencia, con un presupuesto de 753 millones, sólo hay siete para los barrios, aunque se habla mucho de más funcionarios para servicios sociales y de mejora del transporte público con abonos para parados.
Obviamente esto ha provocado la reacción del PPCV, que acusa a los nuevos gobiernos de vender humo. En los presupuestos, dice Isabel Bonig, hay 1.300 millones consignados como gastos que en teoría deben venir de Madrid. Y los barones de este partido en Castellón y Alicante enarbolan la bandera provincial para decir que en el Consell les tienen abandonados y trasladan la salvación a las diputaciones donde gobiernan.
En Podemos, que no gobiernan, reconocen la epilepsia política, pero valoran que para alcanzar los objetivos anunciados hay que hacer un gran cambio administrativo en la Generalitat y ayuntamientos. Recolocar funcionarios, trabajar con nuevos objetivos, reducir las partidas de obra pública para primar otras inversiones y revisar la fiscalidad para garantizar más ingresos.
Pero PSOE y Compromís no quieren muchos follones y prefieren mantenerse con los esquemas de siempre. Luego todo se arregla con el agit/prop.
@jmontesinos