El crecimiento en el próximo futuro
Cuando se atraviesa una depresión económica, progresan empresas con productos de precio bajo que sustituyen a los más caros: la economía sumergida, el hágalo usted mismo, desde el bricolaje a la comida casera, los libros de quiosco…
Con la recuperación se vuelve a la división del trabajo que permite la especialización, el aumento de la calidad de productos y servicios, mayores ingresos y oportunidades. Por más deseable que sea la vuelta al crecimiento (mal que les pese a partidarios de lo contrario, como Nicolas Ridoux y ex progresistas), será muy distinto del que se registró en la década inicial del euro, entre 1997 y 2007.
En la cuenta de explotación agregada de las empresas no financieras que informan a la Central de Balances del Banco de España, el aumento del resultado neto total pasó del 4,1% del valor de la producción en 1997 al 11,9% en 2007, y los gastos financieros bajaron desde el 7,6% al 4,8%, una caída en el porcentaje porcentual de 2,8 puntos que equivale al 35,9% del aumento de porcentaje que suponen los resultados respecto al total de ingresos. Si se atiende a la carga financiera neta (esto es, pagos por intereses menos ingresos financieros cobrados y otros conceptos), se pasa del 5,3% al -3,7%, con lo que la contribución financiera estaría por encima del 97%. Quedémonos con la cifra más baja. Esta aportación es más importante de lo que sugiere la cifra de contribución del 35,9%, porque el volumen de recursos ajenos con coste pasó del 36,8% del pasivo total al 41,8%, lo que significa que creció el apalancamiento en un 13,6% del valor inicial.
MENOS CRÉDITO Y MENOS DEUDA. España se benefició en la última década de los errores de la política monetaria, que probablemente no se repetirán en la próxima. Esto comporta menos crédito, más caro y menor endeudamiento. El resultado, a igualdad en todo lo demás, es el descenso de los beneficios,menos recursos para innovación e inversión.
La población ha crecido y la tasa de actividad, es decir, el porcentaje de la población activa (ocupados más parados) respecto al total de población en edad activa, también lo ha hecho, pasando del 63,7% en 1997 al 73,1% en 2007. Además del aumento vegetativo de la población, hay dos factores relevantes: el aumento de la tasa de actividad femenina, que pasó del 49,5% en 1997 al 62,6% en 2007, y la inmigración, que pasó de representar menos del 2% del total de afiliados a la Seguridad Social en 1997 al 10,3% en 2007. El incremento de la tasa de actividad femenina se acompañó de una mejora sustancial en su cualificación, lo que permitió su acceso a empleos de calidad y, con dos sueldos en la familia, facilitó la propiedad de la vivienda y un nivel de consumo más elevado. La inmigración ha cubierto nichos que los naturales del país no deseaban, ha permitido mejorar la situación de la asistencia social y ha contribuido a atemperar la subida de los impuestos. El retorno de la inmigración, a juzgar por el escueto éxito del programa del Ministerio de Trabajo e Inmigración, parece que será pequeño, pero, por el contrario, las nuevas entradas serán pocas y no darán lugar al empuje de las pasadas.
REGULACIONES Y SINVERGÜENZAS. Las restricciones mencionadas tendrán un efecto reductor de la demanda interna que no permitirá (en el próximo decenio) mantener el ritmo de crecimiento anual medio del PIB del 3,7% de la última década. Máxime si se opta por regulaciones prolijas, que sólo son pesadas para los que las cumplen, ya que a los sinvergüenzas les son indiferentes. El elevado crecimiento del sector público (de un lado, en número de empleados y, de otro en volumen de gasto) anticipa injerencias costosas en la actividad productiva, vía regulación e inspección, así como deterioro del volumen y de la calidad de los servicios que pueda ofrecer directamente: primero, porque en las Administraciones Públicas las condiciones laborales son más relajadas que en el privado y, segundo, porque al trabajar fuera del mercado, eluden las presiones e incentivos para reducir costes, innovar y mejorar procesos y servicios.
La calidad del entorno es relevante para la eficiencia empresarial. Además de la regulación y su grado de cumplimiento, importan los suministros básicos y el capital humano. Un país que ha optado por una energía eléctrica barata, como la nuclear, tiene menos dificultades que el que ha optado por otros tipos de generación que, siendo igualmente respetuosos con el medio ambiente, como el eólico y el solar, son mucho más caros y menos seguros en sus prestaciones. La energía es un factor crucial para la producción y el consumo, porque afecta a la competitividad y a los recursos disponibles para otros fines. Mezclar el apoyo a ciertas energías con las tarifas es una redistribución oculta de la que los contribuyentes no han sido informados y que perjudica la eficiencia del país.
Con el paso del tiempo, se olvidan fracasos y experiencias y circunstancias pasadas carecen de relieve, se recobra el optimismo y es fácil convencerse de que la situación del momento es nueva y única… y se cae en los errores del pasado. Cuanto más tarde en llegar ese momento, mejor, aunque hay quienes intentan acelerar su llegada.