El dinero valenciano tiene miedo
El presidente de la Generalitat Valenciana, el socialista Ximo Puig, reúne este fin de semana en su pueblo, Morella, a todo el Consell para reflexionar sobre lo hecho, lo qué pasa y lo que debe pasar.
¿Y qué conclusiones saldrán de una reunión donde cohabitan los triunfadores del 20D (Compromìs de Mónica Oltra) con los socialistas de Ximo Puig que van dejándose votos en las ciudades? ¡Menuda coyuntura!
Por supuesto que saldrán decisiones para una mayor política social, pero nadie aventura que el Consell asuma de una vez decisiones estructurales para animar la economía valenciana. El dinero tiene miedo.
Por eso los economistas de la Comunidad Valenciana concluyeron hace un par de semanas que el 2015 ha supuesto una mejora de la economía valenciana, pero muy lejos de la mejor tendencia que registra el conjunto de España, y sin que los datos registrados puedan suponer una situación estable.
Si la relación de gobierno entre PSOE y Compromís ya supone desde el principio un aletargamiento en las grandes decisiones, el sorpasso que Compromìs/Podemos le hizo al PSPV/PSOE el 20D aún pone más palos en las ruedas. No hay manera de que se tomen grandes acuerdos.
Los economistas hablan en su encuesta de que el dinero necesita seguridad jurídica y una situación política estable. Y queda claro que la empresa valenciana no encuentra esa seguridad, esa tranquilidad, lo que genera incertidumbre entre quienes tienen que decidir dónde y cómo invertir.
Aquí se pasan las horas discutiendo sobre las magas republicanas que exhibe Joan Ribó en el ayuntamiento de Valencia, las líneas rojas de Podemos que está dispuesta a negociar Mónica Oltra para llegar a un acuerdo con el PSOE o las tensiones que Puig debe aliviar entre las pequeñas baronías de su partido en la Comunidad Valenciana cada vez que cuestiona a Sánchez y le hace ojitos a Susana Díaz.
Mientras tanto las empresas ven que sus exportaciones a Oriente Medio (550 millones en azulejos, por ejemplo) están en peligro sin que nadie les de la alarma. O están llenas de incertidumbre cuando en Bruselas redactan el acuerdo comercial con una China que invadirá los mercados europeos con productos a mitad de precio.
El único que presta atención a esta incertidumbre es el conseller Vicent Soler, que predica en el desierto político cuando habla de que la empresa valenciana debe dejar de competir en precio y que es necesaria más inversión en I D. Pero eso no está en la agenda. Ni siquiera se ponen de acuerdo en quién de los cohabitados controla eso del I D.
En la agenda está Madrid. Catalunya queda a un lado, como siempre. Ni siquiera se analiza que lo que pase por arriba del Delta del Ebro nos puede dejar como simples convidados de piedra en el nuevo mapa político español.
El propio presidente de la Generalitat reconoce que la parálisis política perjudica las expectativas de una mejor financiación para la Comunidad Valenciana. Pero ahora no es momento para mayores reivindicaciones porque nadie sabe a quién ir a pedírselas. ¡Es que ya ni siquiera se puede acusar al PP de esta incertidumbre política!