El lento, profundo e imparable declive del socialismo catalán

En los últimos meses encontrar en los archivos una sola noticia positiva para los socialistas catalanes es una tarea condenada al fracaso. De derrota en derrota hasta la triste situación actual, las encuestas de cualquier color y formato les aventuran además un futuro siempre peor que el pobre presente.

En su descargo podría decirse que su crisis es extensible al conjunto de la izquierda, al menos de la que se cobija bajo las siglas del socialismo, pero ya se sabe: mal de muchos, consuelo de tontos. Sí, es verdad, que en Euskadi, donde están en el gobierno, también caen en los sondeos; que en Valencia, con muchos años ya en la dura oposición tras haber sido absolutamente hegemónicos, podrían convertirse en las próximas autonómicas en la cuarta fuerza política, tras PP, Compromís y Esquerra Unida; que en España continúan descendiendo en las preferencias de los votantes pese al descrédito de Rajoy… pero no basta para describir la cuesta abajo y sin frenos que recorre el PSC.

Veamos algunos detalles de la más reciente fotografía de los socialistas catalanes: desalojados tras las respectivas elecciones de la Generalitat; los ayuntamientos de Barcelona y Girona, entre otros, y la Diputación de Barcelona; con un líder, Pere Navarro, en precario, sin autoridad ni credibilidad entre sus propios correligionarios; uno de sus apellidos históricos, Ernest Maragall, en la acera de la competencia, y otros con muchas dudas; una profunda división política y personal que cantonaliza al partido entre familias políticas y líderes locales; una pérdida de peso alarmante en el PSOE, donde hace tiempo que carecen de cualquier capacidad de influencia, etc., etc.

Así las cosas, no resulta extraño que cualquier decisión se convierta en un calvario, sea en Girona para elegir un cabeza de lista, un cargo para el que la mayoría de las agrupaciones prefieren a Marina Geli mientras que la actual dirección del partido la rechaza no sin razón temerosos de que dure en sus filas lo que un caramelo a la puerta de un colegio, sea para llevar una determinada política en el ayuntamiento de Barcelona donde el candidato a alcalde elegido hace apenas unos meses, Jordi Martí, ya se ha enfrentado a la federación barcelonesa que lidera Carles Martí.

Y como los votantes no son bobos nadie es capaz de adivinar aún donde va a estar el suelo electoral del PSC. El último informe del CEO (Centre d’Estudis d’Opinió) les da un nuevo descenso en la intención directa de voto y la sitúa a estas altura en el 3,1%, con una pérdida de 7 puntos respecto al sondeo anterior, por debajo de ERC y Iniciativa. Esa misma encuesta reveló que el electorado socialista dio mejor nota a Mas y a Joan Herrera que a su propio líder (hasta entonces) parlamentario, Xavier Sabaté, con motivo del reciente debate de política general que cerró esta legislatura en el Parlament de Catalunya.

Sin embargo, a pesar de este aluvión de datos negativos, lo peor no esta ahí. Esto es apenas una foto, un balance de situación en estos momentos. Lo peor es la desorientación ideológica en la que parecen instalados, que les maniata e impide que surjan dirigentes con capacidad para líderar el partido y que a partir de propuestas concretas ganen la credibilidad interna y la autoridad necesaria para unir al partido y a su entorno electoral, o a una mayoría suficientemente amplia de ese hinterland, tras de sí.

¿Quién de entre los actuales dirigentes que se sientan en la ejecutiva o en el consell nacional puede ser ese hombre que lidere el socialismo catalán a partir de su talento político y su inteligencia emocional? La respuesta a esta pregunta en el último congreso fue Pere Navarro, un buen y honesto alcalde pero al que no se le conoce un mínimo acervo de propuestas políticas. E insisto en lo de “políticas”.

Como no creo que no quisieran encontrar una alternativa más competente, debo pensar que es que no hay y esto es mucho más dramático para el futuro que el terrible presente en el que están instalados. Y es que si la endogamia en general de la clase política española ha reducido y de qué manera el nivel de nuestros dirigentes, en los socialistas esta debilidad parece ser especialmente acuciante. Buceen, si no, en los currículums que puedan encontrar y sorpréndanse ante la escasez de trayectorias profesionales creadas al margen de la política partidista. Este es, a mi juicio, el problema de fondo que deben resolver. Por delante, un extenso desierto.