El pucherazo sanchista

La cuestión no es si hubo un error técnico sino que se negaron a corregirlo, incumpliendo el reglamento que obliga a llamar a los diputados tras el voto telemático

Hay hechos objetivos que tenemos que analizar de lo que pasó ayer en el Congreso de los Diputados. El primer hecho incuestionable es que la mayoría de los 350 diputados que ayer votamos en el Congreso estábamos contra la reforma laboral del Gobierno de Pedro Sánchez. El segundo hecho objetivo incuestionable es que la actuación unilateral, sin consultarlo con la Mesa, de la presidenta Meritxell Batet alteró la voluntad de los diputados y acercó el resultado a sus preferencias.

La presidenta del Congreso, Meritxell Batet, durante el pleno que se celebra, este miércoles, en el Congreso de los Diputados en Madrid EFE/ Chema Moya

Tras los dos hechos incuestionables podemos debatir todo lo que queramos sobre el asunto. Podemos entrar en debates jurídicos, procedimentales y reglamentarios. Podemos buscar precedentes y podemos valorar la mala fe de la actitud ayer con mi compañero Alberto Casero. Pero con objetividad lo que ayer se vivió, lo que vivimos dentro del Parlamento fue un pucherazo. Fue un “fraude  consistente en alterar el resultado de unas votaciones mediante cualquier tipo de manipulación en el recuento de los votos emitidos”.

Los hechos son tozudos. Tras la primera votación del día, la presidenta suspendió la sesión durante 45 minutos para que los diputados que emitían su voto de forma telemática lo hicieran en ese plazo. Y así se hizo por parte de los catorce compañeros de los diferentes grupos que por enfermedad principalmente habían solicitado este modelo de votación.

Cuando Alberto Casero se percata de que su voto registrado no coincide con lo que el quiere votar, hace exactamente lo que tiene que hacer: poner el asunto en manos del Grupo Parlamentario antes de la votación presencial para que desde los servicios de la Cámara se le diera una solución. El secretario general del grupo, la portavoz y hasta el secretario general del partido subieron a la tribuna de la Mesa del Congreso para hablar con la presidenta y con los servicios de la cámara. Sin embargo, se negaron primero a admitir el error técnico de la plataforma obsoleta de votación y, segundo, a anular el voto telemático conforme marca la resolución de 2012, que lo regula para sustituirlo por el voto presencial. A esas alturas mi compañero, enfermo, estaba llegando al Congreso de los Diputados.

No todo vale en política. Lo de ayer de Batet es un atentado contra los derechos fundamentales de los diputados , limitando y cercenando el artículo 23 de la Constitución Española y el derecho de todo diputado a emitir su voto.

La cuestión no es incluso si hay un error técnico o no, que lo hay y es inconcebible que ocurran, la cuestión es que se negaron a corregirlo. La cuestión es que incumplieron el Reglamento del Congreso que obliga a la Cámara a llamarnos a los diputados tras emitir el voto telemático para comprobar si el sentido de nuestro voto emitido es conforme a nuestro deseo y, por último, se negaron incluso a anularlo y sustituirlo por el voto presencial ante la presencia en el hemiciclo del diputado, presencia que, por cierto, se prohibió por la presidenta de la cámara cerrando las puertas en las votaciones cuando durante estos últimos 23 meses todas las votaciones se han producido con las puertas abiertas por la situación epidemiológica. Así, todos hemos visto recientemente la llegada durante las votaciones de decenas de diputados que entraban una vez iniciadlas las mismas, algo que ayer también se prohibió por orden expresa de la presidenta.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y las vicepresidentas Nadia Calviño (c) y Yolanda Díaz celebran al aprobación de la reforma laboral en el Congreso. EFE/Kiko Huesca

No solo se incumple el reglamento de la cámara, no solo no se reúne a la Mesa para analizar lo que estaba pasando y todo se sustancia con una decisión personal de la presidenta que luego miente a los diputados hablando en nombre de una Mesa que no ha tomado ninguna decisión. No solo ocurre todo eso si no que de forma intencionada se alteró la voluntad de la cámara para cambiar el resultado previsible.

En mi opinión Meritxell Batet ayer prevaricó. Si como contó Macarena Olona, el 1 de Octubre de 2020 a ella misma se le permitió anular el voto telemático una vez emitido por un error y se tuvo en cuenta su voto presencial, y ayer no, lo de ayer fue una conducta injusta en ejercicio de su cargo y a sabiendas: prevaricación.

Si se desestimara la queja presentada ante la Mesa tanto por los miembros de la misma, como por los diputados Adolfo Suárez y Ana Pastor, así como el escrito de amparo emitido por mi compañero, será el Tribunal Constitucional el que tendrá que volver a poner orden en este Gobierno que ya no solo retuerce la legalidad, si no que abierta y claramente se sitúa fuera de ella.

Lo de ayer no es algo menor, es un atentado contra la voluntad de la mayoría de la Cámara y es un ejemplo más  del Gobierno que tenemos, que nos lleva a vivir en primera persona situaciones que hasta hace poco solo veíamos por televisión en esas dictaduras chavistas y bolivarianas que tan bien han sido asesoradas, y tan bien pagado el asesoramiento durante años , por parte de partidos que forman parte de este gobierno

Ayer no se llevaron la urna tras un biombo como en octubre de 2016 en Ferraz. Ayer, refinaron el golpe. Pucherazo sanchista.