El sainete del Banco de Valencia

 

Me apunto a la descripción de mi colega Antonio Rubio. Lo que está ocurriendo en el Banco de Valencia es digno del mejor sainete de Escalante. Y, añado, que produce un coentor que amplio a la CAM y Bankia.

En este mismo espacio, hace un mes, al describir la pérdida de poder de las entidades financieras en la Comunidad Valenciana, les avanzaba que la supervivencia del Banco de Valencia, el último bastión de la burguesía valenciana, estaba pendiente de un hilo. Y sus acciones, por unos derroteros, que de la noche a la mañana, se habían revalorizado, alejándose de los penny stocks. Nordkapp Inversión, propiedad del banco valenciano desde el pasado año, fue la artífice de mover más del 60% del volumen negociado. ¿Especulación?

El 28 de octubre, Banco de Valencia, debía presentar su cuentas del tercer trimestre, pero la repentina dimisión de su presidente, José Luis Olivas, vicepresidente del Banco Financiero y de Ahorro (BFA), propietario del 38,8% de la entidad, que adujo conflicto estructural de competencias, retrasó la información. Con Aurelio Izquierdo al frente, la entidad sufrió un nuevo varapalo al suspenderse su cotización para que el Banco de España investigara sus balances. Las cuentas no salen, dicen todos, incluido el supervisor.

La solvencia de la entidad es pésima. Las compras inmobiliarias, dentro y fuera del país, han mermado la capacidad del Banco. Se requiere una ampliación de capital para afrontar los requerimientos del regulador. En estos momentos se barajan todas las cartas. Igual que en el caso de la CAM. Venta, ampliación, FROB. Todo es posible.

Sin embargo, es necesario preguntarse cómo se ha llegado a este sainete. ¿Por qué, si las finanzas del banco valenciano eran envidiables, y su balance tan fuerte, con un ratio de solvencia del 10%, ahora son de cierre? Si la situación era tan tremenda por qué en marzo de este año los 47.000 accionistas recibieron dividendos que se sumaban a los que obtuvieron durante 2010? ¿Por qué lo permitió el Banco de España?

El ex consejero de Banco de Valencia, Domingo Parra, que abandonó la entidad dos semanas antes que el ex jefe del ejecutivo valenciano, y que pretendía cobrar una indemnización al estilo gallego y alicantino, decía en su última junta general de accionistas lo siguiente: “La compatibilización de retribución y ampliaciones de capital gratuitas permite fortalecer el balance manteniendo el reparto al accionista. Hacerlo por medio de prima de emisión y ampliaciones de capital permite un tratamiento fiscalmente eficiente para los accionistas”. Los comentarios se los dejo a ustedes.

Los recursos propios que mostraba el banco en esas fechas ascendían a más de 1.680 millones de euros, cuando la legislación obliga a un mínimo de 1.312 millones. “Un exceso sobre lo permitido de más de 367 millones, certifica la fortaleza y solvencia de nuestro banco”, destacó Olivas hace 7 meses.

Banco de Valencia, con una red de 431 oficinas, y una plantilla de 2.223 empleados, debe afrontar ahora vencimientos de pago por valor de más de 850 millones de euros.