El suicidio político de Artur

El pueblo ha hablado. Y lo ha hecho de la mejor manera conocida en la democracia, que es a través de su voto en las urnas. Y ese pueblo, tantas veces invocado por Mas a lo largo de esta campaña y en cuyo nombre y supuestamente interpretado sentimiento se convocaron estas elecciones, le ha dado una sonora bofetada.

Si Mas quiso utilizar la Diada para forzar una mayoría absoluta de CiU en el Parlament ha fracasado estrepitosamente. No sólo no la ha conseguido, es que se ha dejado en el intento en torno a una tercera parte de los escaños que tenía. El nuevo hemiciclo tampoco reflejará esa mayoría soberanista que pretendidamente la calle y los medios fuertemente subvencionados auguraban. ERC, la gran beneficiaria de estos comicios, recoge casi la totalidad de los escaños que se deja CiU. Solidaridad no entra y la CUP es otra cosa.

Si Mas buscaba a través de una campaña rayana en la exageración personalista convertirse en el líder de la nueva Catalunya, los resultados le invalidan incluso hasta para liderar la futura mayoría que respalde al nuevo govern. Su propuesta ha sido claramente derrotada, su promotor se ha suicidado políticamente.

No sólo no ha logrado sus objetivos. Al calor de su propuesta han mejorado claramente sus posiciones la izquierda (ERC, ICV y la CUP), sus enemigos más acérrimos en el debate nacionalista (PP y C’s) y hasta la derrota del PSC es mucho más dulce que la que han sufrido recientemente los socialistas, por ejemplo, en Euskadi y Galicia.

Por el contrario, creo que el principal vencedor de estas elecciones ha sido la propia sociedad catalana, porque su madurez democrática la ha empujado a las urnas y por fin la abstención no ha sido un drama recurrente de nuevo en esta consulta electoral. La gran noticia de estos comicios ha sido la participación. En una democracia, y la nuestra lo es con todas las garantías, el pueblo no se expresa en diadas ni en las redes sociales, sino yendo a las urnas y ejercitando con su voto la libertad de expresión.

Catalunya ha ganado y lo ha hecho sobre el suicidio político del hombre que aspiró a ser su oráculo. Los pueblos siempre se vengan de los que usurpan su legitimidad real y pretenden usurpar su voluntad, mucho más rica y poliédrica de lo que cualquier acto puntual por muy masivo que sea pueda suponer.