Es hora de que nos matriculemos en Defensa

La celebración de la cumbre de la OTAN pone de manifiesto que la defensa se está convirtiendo en el ‘Bretton Woods’ de este siglo

A Francis Fukuyama comenzaron a pitarle espectacularmente los oídos hace unos meses, cuando Rusia invadió Ucrania y cientos de voces comenzaron a rebatir su famoso ‘El fin de la Historia’ publicado más de treinta años atrás. Efectivamente, el inicio de una guerra en Europa parece el desmentido de que la tectónica de las civilizaciones empezaba a calmarse en favor de un destino más o menos común, con sus matices, pero ya sin tensiones antagónicas ni conflictos globales cruentos y revolucionarios, al igual que se ensanchan y calman los ríos en su desembocadura.

La guerra explícita es el último factor de una creciente desconfianza global que insinúa que un orden mundial puede estar lejos. Comenzó años atrás y se acentuó en la pandemia, donde se dispararon las sospechas entre gigantes globales como EEUU y China. En pocos años los problemas domésticos, principalmente económicos, por un motivo u otro, han hecho que las grandes potencias se sintieran cada vez más incómodas en este equilibrio global, tensionando precisamente los consensos multilaterales y llegando hasta la declaración de guerra de Vladimir Putin.

Es hora de que nos matriculemos en defensa.

Hace un año nadie pensó que la cumbre de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) que se celebra en Madrid tendría la decisiva relevancia que se le supone ahora. Tras la reaparición de la hostilidad rusa y la incertidumbre china, nadie duda de que esta alianza militar occidental está llamada a ser una de las grandes instituciones multilaterales de los próximos años con la política de defensa como gran baluarte, tal y como lo fue Bretton Woods en lo económico hace un siglo.

Los socios de la OTAN, además, han asumido definitivamente el compromiso de alcanzar un gasto militar proporcional al 2% de sus PIBs, como venía amargamente reclamando EEUU. Esto supone un compromiso con la libertad y la defensa atlántica porque las amenazas vuelven a ser reales, pero también pone el foco sobre la industria militar. Las relaciones entre la geopolítica de los Estados y la industria de la defensa han estado íntimamente ligadas, explicando muchas de las cosas que a los ciudadanos de a pie nos pueden resultar inconexas.

Esta nueva era puede hacer que todos vayamos a ser más expertos en la industria militar, como antaño lo fuimos de la economía o la salud. Nos servirá, sin duda, para levantar el velo sobre la colosal importancia que tiene la Defensa en las decisiones geopolíticas y económicas de nuestras naciones

Igual que hace una década todos fuimos un poco más economistas, aprendiendo las primas de riesgo y los déficits fiscales; y hace dos años nos convertimos en expertos sanitarios entendiendo el comportamiento de los virus y los sistemas inmunológicos, quizás ahora llegue el momento en que vamos a tener que adquirir importantes conocimientos militares y armamentísticos para hacer frente a las incógnitas y temáticas que vienen a nivel global. Y entender también el papel que juega esta Industria en las decisiones políticas y económicas de nuestros gobernantes.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, explicaba hace años que, si por él fuera, suprimiría el ministerio de Defensa. Hoy, el jefe del Ejecutivo español sabe que se juega su reputación internacional y doméstica como anfitrión de los jefes de Estado de la mayor alianza militar del mundo. Efectivamente, los tiempos han cambiado.

Esta nueva era deja al descubierto nuevas necesidades. En España hemos sido muy buenos combatiendo enemigos internos de nuestra democracia en las últimas décadas, pero pésimos a la hora de distinguir sus amenazas externas. Hemos jugado casi caprichosamente con nuestras prioridades diplomáticas internacionales, dependiendo del líder de turno, pero hemos dejado de lado trazar estrategias de Estado para una geopolítica eficaz, como sí han hecho Italia o Grecia, por hablar de dos potencias de peso similar.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el presidente del gobierno de España Pedro Sánchez. EFE / Ballesteros

Quizás por ello, las alianzas políticas de los socios de gobierno se resquebrajan ahora que hay que hablar de la defensa militar del país y sus prioridades duras, porque toda nuestra ideología se ha basado en una falsa sensación de seguridad. Pero no hay mal que por bien no venga, y con un poco de suerte, el foco de la defensa ayudará a asentar una política de Estado que sobreviva el cortoplacismo, pasotismo y egoísmo internacional.

En este nuevo número de la revista mEDium, entramos de lleno en la materia. A raíz de la cita internacional de Madrid, pedimos a nuestros colaboradores de prestigio que aborden la importancia de la defensa y la industria militar en las sociedades occidentales, así como un análisis de si estamos preparados para este cambio de paradigma. Esperamos que nos ayude a entender mejor el mundo que viene.

Este artículo pertenece al nuevo número de la revista mEDium 11: ‘La encrucijada de la defensa’, cuya versión impresa puede comprarse online a través de este enlace: https://libros.economiadigital.es/libros/libros-publicados/medium-11-la-encrucijada-de-la-defensa/