Españoles viviendo allí

El proceso de extranjerización de media Cataluña sigue adelante, más vigente que nunca

“¿Es que no hay catalanes viviendo en otros lugares de España?”, preguntaba retóricamente la ministra de Justicia, Pilar Llop mientras leía su intervención en el Congreso de los Diputados. Y, entonces, levantó la mirada de sus papeles, se dirigió directamente al hemiciclo e improvisó una segunda pregunta que en su cabeza sonaría, suponemos, esplendorosamente ciceroniana. La ejecución, sin embargo, fue esta: “y viceversa, ¿no hay españoles viviendo también en… en, pues, en… pues allí también?”.

Fue un lapsus, aunque un lapsus que destapaba todo un marco de prejuicios y complicidades. Seguramente la ministra intuye, incluso sabe, que los catalanes también somos españoles, pero en sus palabras late esa terrible sinécdoque tan extendida, también fuera de Cataluña, según la cual la parte nacionalista representa al todo catalán. Es ese complejo de algunos socialistas que les llevó a agachar la cabeza ante la elite nacionalista, desde Banca Catalana hasta el afloramiento de la sistemática corrupción del 3 %.

La izquierda española asume el muy pujolista y poco democrático reparto de carnets de catalanidad. Asume el nacionalismo excluyente de Carme Forcadell que, siendo presidenta de la ANC, exclamó que los miembros del Partido Popular y de Ciudadanos “son nuestros adversarios, el resto es el pueblo catalán y el resto somos los que conseguiremos la independencia”. Solo los independentistas son catalanes, vino a sentenciar Forcadell. Poco tiempo después sería elegida presidenta del Parlament de Cataluña.

El separatismo va a cumplir su sueño de eliminar el castellano de todas las escuelas que reciben fondos públicos en Cataluña

También asume nuestra izquierda el supremacismo exudado por Laura Borràs cuando, siendo consejera de ¡Cultura!, tuiteó que el periodista deportivo Josep Pedrerol “no es catalán, sino un español nacido en Cataluña”. Un español viviendo allí, vaya. Poco tiempo después ella también sería elegida presidenta del Parlament de Cataluña. Es para hacérselo mirar.

El proceso separatista se estrelló contra un Estado de derecho más firme de lo que esperaban y contra una realidad social más plural de lo que deseaban. No obstante, el proceso de extranjerización de media Cataluña sigue adelante, más vigente que nunca. Sigue gracias al apoyo del gobierno del PSOE y Podemos. Las palabras de Llop no son solo un desamparo semántico a los catalanes no independentistas, es una prueba más de la complicidad del gobierno de la nación con aquellos que quieren fragilizar el Estado hasta su ruptura definitiva.

Gracias al gobierno de Pedro Sánchez y su negativa a recurrir el decreto de la exclusión, el separatismo va a cumplir su sueño de eliminar el castellano de todas las escuelas que reciben fondos públicos en Cataluña. De absolutamente todas. El castellano será tratado, durante este curso, como una lengua extranjera. Gracias, Antonio. Este proceso de extranjerización es un ataque frontal a los derechos de los padres a elegir la mejor educación para sus hijos. Es un grave retroceso de la libertad aplaudido y permitido por todas las izquierdas españolas.

Los incentivos que ofrece el gobierno de Sánchez en Cataluña son perversos y asfaltan el camino hacia un segundo procés

Aplauden los comunes / podemitas. Su sintonía con el nacionalismo más retrógrado es total. Claro, son más clasistas que obreristas, y más reaccionarios que progresistas. La alcaldesa de Barcelona Ada Colau, sin ir más lejos, defiende “blindar” el monopolio lingüístico del catalán en las escuelas públicas, exigiendo que la educación bilingüe solo sea para aquellos que puedan permitirse una escuela privada. El castellano, como un lujo, para quien pueda pagarlo. Fuego a la escalera social. Traición a los humildes.

Algo más comedido, Salvador Illa, primer secretario del PSC y supuesto líder de la oposición en el Parlament, presumía recientemente de dar pocos problemas a Pere Aragonès. Y es cierto. El separatismo ha colgado el cartelito de “no molestar” en la puerta de su suite, en el palacio de la Generalitat, y sus mayordomos socialistas cumplen la orden sin rechistar y con raro orgullo.

Lo señalaba Daniel Gascón en su magnífico artículo de ayer en El País: “cualquiera diría que para que te reconozcan como interlocutor es más eficaz romper la ley que reclamar su cumplimiento”. Desoyendo a las familias favorables al bilingüismo y obedeciendo a los políticos favorables a la sedición, los incentivos que ofrece el gobierno de Sánchez en Cataluña son perversos y asfaltan el camino hacia un segundo procés.

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