Futuro inmediato de nuestra economía

No solo son las personas, los autónomos y las empresas las que deben esforzarse para recuperar la normalidad y los niveles de economía perdidos: compete también a los gobiernos

La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde

La economía española tiene ante si grandes retos que debe abordar sin más dilación, ya que los efectos de la COVID 19 -que aún no podemos evaluar con precisión- ponen de manifiesto reformas que debemos acometer cuanto antes. Primero es imprescindible inyectar dinero efectivo a las empresas viables que han quedado dañadas por el efecto de la pandemia, como han hecho nuestros vecinos comunitarios.

No se trata de créditos ICOS ni ERTOS, que han sido eficaces, sino de capitalizar aquellas empresas que estén en condiciones de ganar futuro. Esta es una medida previa para poder afrontar en condiciones la realidad que afecta a nuestra economía.

Confiemos, además, en que el proceso de vacunación masivo acabe durante 2021 y que podamos afrontar el próximo año sin las dificultades que nos ha impuesto la pandemia. Será en este momento cuando deberemos hacer todo lo posible para poner nuestra economía en marcha.

Una profunda reforma fiscal

Para conseguirlo, una cuestión fundamental es la fiscalidad. Debe ser objeto de una profunda reforma que haga compatible la justa distribución de la riqueza con el estímulo a la actividad productiva. En este sentido, España debe hacer un esfuerzo para aumentar el tamaño de nuestras empresas, actualmente muy por debajo de la media europea.

Con este objetivo, desde el punto de vista fiscal, deberían incentivarse muy generosamente los procesos de fusión o de compras de compañías a fin de ganar competitividad y eficacia frente a nuestros competidores europeos y no europeos. En definitiva, hay que poner la fiscalidad al servicio de la actividad económica, favoreciendo inversiones en tecnología, digitalización y expansión internacional.

La fiscalidad no puede consistir, pues, en un instrumento de los gobiernos para cuadrar las cuentas públicas. Actualmente, no tiene ningún sentido; debe ponerse al servicio de generar actividad y de crear empleo.

Una reforma laboral que facilite la creación de empleo

Otra cuestión importante, también, implica tener mucho cuidado con la reforma laboral, en unos momentos en los que el incremento del desempleo generado por la pandemia y la bajada de nuestro producto interior han sido sustanciales. Es imprescindible facilitar la ocupación, incentivando la contratación indefinida y reduciendo la excesiva temporalidad de muchos contratos. Es importante tener presente que en España los que más empleo generan son PYMES y autónomos -no el B.O.E.- y, por tanto, no hay que establecer excesivas rigideces.

Además, el empleo y su retribución deben ser objeto de un profundo debate, no solo a nivel español, sino también en el ámbito europeo. La crisis anterior ha incrementado las desigualdades sociales, y conviene corregir este desequilibrio.

Por ese motivo, Europa necesita, probablemente, un nuevo pacto social, parecido al que se produjo después de la Segunda Guerra Mundial. Conviene que recuperemos un mejor y más sostenible equilibrio entre las rentas del trabajo y las rentas del capital. Esta es una cuestión de mucho alcance, ya que la cohesión social del conjunto de Europa podría estar en riesgo, y este es uno de los valores más importantes del proyecto europeo.

Revisión de las instituciones

A mi juicio, estos son los grandes retos que tenemos a corto plazo si queremos salir fortalecidos de las secuelas de la pandemia. No obstante, hay otras consideraciones que deberíamos hacernos, y se refieren a la eficiencia de nuestras administraciones públicas. España necesita con urgencia evaluar en tiempo real la eficiencia del gasto público, como exige la Comisión Europea. Dotando de recursos suficientes al Tribunal de Cuentas y a la AIREF, este objetivo es posible.

¿Por qué es necesaria esta evaluación? Porque actualmente, en muchas ocasiones, la administración lastra nuestra competitividad, cuando debería ser al revés. Y, por otra parte, antes de plantear subir alguna tasa o impuesto, debemos analizar cuanto puede ahorrar la administración pública digitalizando, racionalizando procesos administrativos y amortizando plazas si se diera el caso. Deberíamos analizar, objetivamente, la utilidad de muchos organismos públicos y empresas públicas.

Fuera las duplicidades

En este sentido, se hace imprescindible evitar duplicidades. Hoy día hay demasiadas. Por consiguiente, es necesario e imprescindible delimitar claramente las competencias de cada nivel administrativo para tener una administración transparente y que no complique la vida de ciudadanos, autónomos y empresas.

Insisto: no solo son las personas, los autónomos y las empresas las que deben esforzarse para recuperar la normalidad y los niveles de economía perdidos. Compete a los gobiernos liderar reformas estructurales de calado que faciliten la actividad económica, empezando por racionalizar todas las administraciones públicas, lo que permitiría ahorrar muchos recursos económicos.

Si nosotros no hacemos nuestros deberes, Europa no nos sacará de esta crisis. ¡El Banco Central Europeo no comprará eternamente nuestra deuda!