Hemos perdido el juicio…
«La vanidad no solo nos aleja de Dios sino que nos hace ridículos»
S. S. Francisco (vía Twitter)
«El Parlament de Catalunya declara solemnemente el inicio del proceso de creación del Estado catalán independiente en forma de república». «El proceso de desconexión democrática no se supeditará a las decisiones de las instituciones del Estado español, en particular del Tribunal Constitucional, a quien considera deslegitimado y sin competencia…», «desconexión democrática, masiva, sostenida y pacífica con el Estado…» «…insta al futuro gobierno a cumplir exclusivamente aquellas normas o mandatos emanados de esta cámara…»
No es política ficción. Son frases literales extraídas de la propuesta de declaración presentada por Junts pel Sí y la CUP hace unos días y que pretenden que sea votada para su toma en consideración por el pleno, antes de la sesión de investidura (algo insólito por otra parte. Nunca un Parlamento ha votado nada de ese estilo antes de investir un presidente).
Por decirlo de otra manera, es el peaje que pide la CUP a CDC y ERC para sentarse a negociar la posibilidad de votar la investidura del candidato que proponga Junts pel Sí. Es el plato de lentejas. El precio exigido, de momento, para evitar que se tengan que repetir las elecciones. Una forma de calmar los ánimos excitados de los seguidores de la CUP, antes de una asamblea convocada que deberá decidir si acepta a Artur Mas como Presidente de la Generalitat, y a cambio de qué.
El objetivo de la Candidatura de Unitat Popular, según su web, es trabajar por conseguir «un país independiente, socialista, ecológicamente sostenible, territorialmente equilibrado y desligado de las formas de dominación patriarcales». También persigue «la liberación nacional y social de los ‘Països Catalans‘ y la ruptura con el Estado español y francés, y con los dictados de la Unión Europea y la Troica».
Se definen anticapitalistas, no sometidos a otro poder que no sea la voz del pueblo y entre sus papeles afirman (publicado antes de las elecciones) que «los gobiernos de CiU, con el apoyo parlamentario de ERC, han llevado a cabo los recortes más importantes de la historia reciente, actuando como delegados de las políticas del capital contra la mayoría social». Estos son los futuros socios de Convergencia Democrática de Catalunya y Esquerra Republicana de Catalunya.
Cuando tenía 18 años, tal vez incluso me habría sumado a la causa de la CUP, pero a mi edad me cuesta un poco imaginar lo que será el día a día de un gobierno apoyado parlamentariamente por una fuerza política de esta naturaleza.
En realidad pienso que nos hemos vuelto todos locos (los de aquí y los de allí). Que hemos perdido el juicio. Claro que también me costó aceptar que la expresidenta de la Assemblea Nacional de Catalunya sea ahora la Presidenta del Parlament, o sea, la segunda autoridad del país. Alguien no caracterizado precisamente por su prudencia, sentido institucional, experiencia y objetividad.
Y me pregunto constantemente si el motivo de que todo esto siga adelante es nada más que la lucha por conservar el poder a cualquier precio, o también hay un fuerte componente de vanidad por parte de quien preside hoy, y aspira a seguir presidiendo mañana, la Generalitat de Catalunya. Pero esta vez creo que le va a salir mal. Ya son demasiados errores. Demasiadas oportunidades desperdiciadas para rectificar.
Es una carrera a tumba abierta hacia ninguna parte. Un empeño por demostrar que todos los demás están equivocados y que sólo él tiene la razón. Y cada vez resulta más difícil poner el freno. Y le pedirán cuentas muy pronto. Todos los que callan ahora (aunque algunos empiecen tímidamente a protestar), serán mañana los primeros en reclamar su cabeza por haberlos conducido al precipicio.
Y además dirán que ellos ya nos habían advertido… «Vanitas, vanitatum, et omnia vanitas»…Insignificancia, vacuidad, nimiedad. No hay nada nuevo bajo el sol. En realidad, «si te dicen que hay algo nuevo, eso mismo ya existió muchísimo antes que nosotros…» (del Eclesiastés).