Junts per Catalunya, ante una votación decisiva

Nada mejor para Junts per Catalunya que abstenerse en la investidura de Sánchez para ganar tiempo, evitar elecciones y mostrar su disponibilidad a dialogar

El interés partidista de no querer distinguir entre España, una de las abstracciones políticas más complejas y dinámicas de la historia de las naciones, y Pedro Sánchez, secretario general del PSOE y presidente del Gobierno en funciones, es uno de lo males del independentismo.

Explicado de otra forma, el interés de colocar en un mismo saco a cualquier político español y a España, como si fueran una misma cosa, sólo puede explicarse si la voluntad es mostrar que todos son enemigos –o están a punto de ser enemigos– del proyecto independentista.

Se ha llegado a tal utilización de esta fórmula política reduccionista que han llegado a creer que cualquier político español, por serlo, forma parte de una conspiración patriótica a favor de mantener el poder invisible del Estado.

Hubo un tiempo donde el nacionalismo catalán supo diferenciar entre lo que quería Felipe González o José María Aznar y lo que necesitaba el Estado español; por esta razón, fue posible pactar con ellos.

La incomodidad que le produce a Junts per Catalunya (JxCat) abstenerse en la votación de investidura de Sánchez se debe al caso omiso que han recibido como respuesta a sus revindicaciones y a no haber podido tener una reunión con el presidente en funciones para explicarles sus planes.

La pregunta que se deberían hacer es si un partido que busca la ansiada «república» puede convertir el congreso del parlamento español en una tribuna reivindicativa de “greuges” centradas en el particularísimo catalán mientras se deciden cuestiones tan importantes como la educación, las infraestructuras, la política europea, la situación de las pensiones y los autónomos.

Junts per Catalunya votará pensando en su refundación en septiembre

La clave para ver lo que finalmente harán se encuentra en la segunda votación, a la que este jueves asistiremos. Si se abstienen obtendrán un mayor crédito político que si votan, como harán el PP y Ciudadanos, contra un gobierno de izquierdas en España. La rectificación parece el único camino posible para mantener su compromiso con Cataluña.

La imagen de un partido que, por incomodad, disgusto y lucha política, no sale de sus posiciones recuerda a aquellas personas que, viendo tantas injusticias en la realidad, se debaten entre dos opciones: apartarse del mundo o acabar con él.

A nadie escapa que JxCat votará pensando en su refundación en septiembre. Una parte del partido, representada por la Crida, quiere revertir los pactos de la Diputación de Barcelona, y otra, representada por el Pdecat, quiere presentarse volviendo a mostrar que pueden retornar a la política de pactos con otras fuerzas políticas, incluidas las del 155.

Si JxCat quiere ganar fuerza para el día después de las sentencias, si estas son negativas para los encausados, nada mejor que abstenerse para no perjudicar la gobernabilidad de España. Ello permitiría ganar tiempo, evitar nuevas elecciones generales y mostrar su disponibilidad a dialogar.

En definitiva, hacer lo mismo que han hecho en el Consorcio del área metropolitana y la Diputación de Barcelona.

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