La guerra entre excusas

El pacto de estabilidad debe ser parte de la solución en España. La guerra no puede ser la excusa para no tomar las decisiones que hay que tomar. La calle está ya al límite

Cuando el 28 de diciembre el Congreso de los Diputados aprobó definitivamente los Presupuestos Generales del Estado para 2022 había ya un consenso general entre los analistas en cuanto a que los mismos nacían muertos. Fue un nacimiento fallido de unas cuentas que eran, y lo siguen siendo, fundamentales para el crecimiento post pandemia, pero no eran un reflejo de la realidad y sobre todo estaban basadas en un optimismo patológico, en un cuadro macro que todos los institutos nacionales e internacionales, incluido el Banco de España y la AIREF, se encargaron desde el principio de explicar que no se iban a cumplir.

Ese era el escenario con el que España arrancaba el 2022, con unos presupuestos que no eran solución a nuestros problemas y con una inflación ya del 6,5%, una inflación que no era debida aún a cuestiones geoestratégicas si no a decisiones del gobierno, a opciones en sus políticas energéticas y a la falta de toma de decisiones en las subidas de los carburantes en las gasolineras españolas.

Arrancábamos este 2022 con 232.352 millones de euros de previsión de ingresos tributarios, un 8% más de la previsión de recaudación para 2021. Una recaudación optimista pero alcanzable a priori, incluso aunque el propio gobierno calificaba como “transitoria” la inflación que a finales de año ya se incrementaba de forma incontenible cada mes.

Este era el escenario con el que nuestro país arrancaba el 2022, el año de la recuperación de la pandemia, ese en el que se debería estar produciendo una “recuperación justa” para todos los españoles, pero no está siendo así. Ni se está produciendo esta recuperación ni mucho menos es justa, porque es desigual y no es equitativa y ha quedado en poco más de un rebote estadístico, muy alejado de esa gran recuperación que vendía el gobierno. Mal que nos pese, España será el último país en recuperar los niveles pre pandemia sin percibir aún nadie los efectos de los miles de millones de fondos europeos, de los fondos de Recuperación y Resiliencia en su economía diaria.

La excusa de la pandemia dejaba de servir de muleta a este gobierno para tapar su incompetencia. Pero llegó la invasión rusa de Ucrania y desestabilizó los mercados, agitando de nuevo el tablero geoestratégico, modificando la toma de decisiones y vinculando muchas de ellas a los efectos de esta guerra.

Para analizar convenientemente qué ha cambiado desde ese 24 de febrero en el que comenzó la invasión hay que analizar cómo han evolucionado las diferentes variables durante estos meses. Los análisis simplistas y partidistas, el echar ahora la culpa de todo a la invasión debe ser acompañada por números, o no será.

Y en esta ocasión los datos no acompañan, como suele ser habitual, al relato que el gobierno trata de trasladar a la sociedad y que el propio Sánchez repite cada miércoles en las sesiones de control al gobierno: todos los males de la economía española son culpa de la guerra.

Los datos no acompañan al relato que el gobierno trata de trasladar a la sociedad: todos los males de la economía española son culpa de la guerra

Víctor Píriz

La inflación ya era del 6,1% a finales de enero de 2022 en nuestro país, con un protagonismo casi absoluto de los productos energéticos con un 18% de subida de la electricidad con respecto al mismo mes del año anterior y un 11,3% de los combustibles.

El Barril de Brent cerraba el 23 de febrero a 97,89 dólares, cifra que se ha mantenido más o menos estable desde entonces, con subidas y bajadas puntuales derivadas de las estrategias de los actores de este mercado casi cerrado y oligopólico.

El 23 de febrero el precio medio del pool eléctrico fue de 195,86 euros, un 347% más que el mismo día del año anterior. La encuesta del panel de FUNCAS, cerrada a finales de febrero entre 19 servicios de análisis redujo ya hasta el 4,8, desde el 7% que sigue manteniendo el gobierno, el crecimiento para la economía española para 2022. No son previsiones elaboradas con los condicionantes que puede tener el conflicto en las economías mundiales y en la nuestra, menos expuesta que otras pero con impacto seguro.

Commodity concept, 3D illustration

Son previsiones previas a la invasión y es el tablero de juego en el que nuestro país ya se encontraba el 23 de febrero.

Sobre los tipos de interés, más de lo mismo. Pese a que llevamos meses anticipando esta subida de tipos de interés Lagarde volvió a decir en febrero y posteriormente en marzo que aún hay margen para retrasarla hasta el tercer trimestre de este 2022, desmarcándose en principio de la subida que ha realizado la reserva Federal.

Este escenario es el que había sobre la mesa el 23 de febrero, previa a la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Nada de lo que podemos cuantificar hasta ahora que esté pasando es consecuencia directa de esta invasión, si bien habrá efectos y nuestro país tiene que ser capaz, por primera vez en los últimos años, de anticiparse y de generar una red que evite que los efectos negativos se generalicen, lleguen a todos los ciudadanos y generen desajustes y desequilibrios de difícil solución.

¿Es momento de bajar impuestos? Por supuesto. Así lo hacen el resto de países europeos tratando de combatir las subidas de precios y, sobre todo, controlando las subyacentes con rebajas de impuestos temporales y quirúrgicas en aquellos aspectos (energía y combustibles) que están arrastrando los precios del resto de la cesta de la compra y generando problemas estructurales. Y todo eso a pesar de que los ministros del Gobierno de España dijeran que la inflación era pasajera y coyuntural.

La contención de la deuda, más ahora que se avecinan subidas de tipos, y del déficit es algo fundamental para estabilizar las cuentas públicas y dotarlas de fuerza y solvencia

Víctor Píriz

¿Es el momento de acelerar la ejecución de fondos europeos? Por supuesto, si tras la pandemia eran necesarios ahora será imprescindibles. Los más de 27.000 millones de euros que aparecían en los Presupuestos Generales del Estado para 2022 tienen que ejecutarse. No comprometerse, ejecutarse. Deben hacerse más transparentes, más nítida su adjudicación y la selección de proyectos y comenzar a ejecutarse porque esa crisis va a lastrar aún más la débil recuperación económica en España y se necesita de forma urgente incrementar el multiplicador fiscal que supone en el crecimiento el uso de los fondos europeos.

¿Es momento de volver a la senda de estabilidad? La semana pasada defendí en Bruselas que debemos comenzar a dar pasos ya de cara a que el pacto de estabilidad, aunque reformulado por la situación actual, vuelva a ser parte de la solución a la crisis económica que sufre España. Debemos volver a las políticas que hicieron posible la creación de 2 millones de empleo y el crecimiento sostenido durante seis años, entre 2014 y 2019. La contención de la deuda, más ahora que se avecinan subidas de tipos, y del déficit es algo fundamental para estabilizar las cuentas públicas y dotarlas de fuerza y solvencia.

La guerra no puede ser la excusa para no tomar las decisiones que hay que tomar. La calle está ya al límite, con problemas en las familias  para pagar las facturas de la luz y para llenar los vehículos para ir a trabajar. El gobierno debe dejar a un lado las excusas vacías y afrontar los problemas como el resto de países de nuestro entorno están haciendo. Tenemos unos malos presupuestos, tenemos un peor gobierno, pero tenemos un gran país. Es el momento de sacar lo mejor de él.

Este artículo pertenece al nuevo número de la revista mEDium 10: ‘Economía de Guerra’, cuya versión impresa puede comprarse online a través de este enlace: https://libros.economiadigital.es/libros/libros-publicados/medium-10-economia-de-guerra/