La recesión democrática avanza y Pedro Sánchez contribuye a ello 

El problema radica en unos líderes y unos liderazgos que invaden países en nombre de la seguridad nacional

Una característica de nuestro tiempo: la prolongada recesión democrática va a más. Con estas palabras resumía Freedom House –una organización internacional conocida por su índice de democracia y su labor de promoción de la democracia, las libertades y los derechos humanos-  su informe anual sobre el estado de la democracia en el mundo en el año 2020. El decimoquinto año consecutivo de reducción de la libertad global, concluía. Y así seguimos si tenemos en cuenta la reducción de los Estados en que brillan por su ausencia las libertades políticas y civiles. 

Los líderes fuertes y sus instintos 

La cuestión: ¿de dónde procede ese retroceso sin solución de continuidad de la democracia? La respuesta la brinda Gideon Rachman –columnista jefe de asuntos exteriores del Financial Times– en La era de los líderes autoritarios (2022): “El ascenso de líderes fuertes ha sido fundamental para ese proceso, ya que el estilo político del hombre fuerte antepone los instintos del líder a la ley y las instituciones”.  

La lista es larga de Vladímir Putin y Recep Tayyip Erdogan hasta George Soros y Steve Bannon pasando por una docena de nombres como Donald Trump y Xi Jinping. Una lista que incluye a Boris Johnson, Angela Merkel y Emmnuel Macron. Sospecho que Pedro Sánchez está enojado al no aparecer en el top. Una incorporación que se merece sobradamente.  

El estilo y los rasgos del hombre y el político fuerte 

Por ejemplo: la retórica, la tolerancia con los conflictos de intereses y la intolerancia con los periodistas y los jueces, una evidente deriva nacionalista, unos tics conservadores o progresistas que dicen defender al ciudadano frente al globalismo y, como no podía faltar, una tendencia al culto de la personalidad y a presentarse como la personificación de la nación a la cual políticamente hablando representan.   

Unos hombres y unas mujeres que aparecen como reformistas y acaban siendo unos involucionistas de pro

Unos líderes que tienen una particular manera de comportarse y manifestarse que resulta bien distinta de la que era propia durante los años treinta del siglo XX. La globalización y las nuevas tecnologías del siglo XXI –especialmente las relacionadas con el mundo de la comunicación- facilitan que los nuevos líderes y liderazgos, es decir, los nuevos autoritarismos, se crean indispensables. Ahí estaría el secreto del éxito de los líderes autoritarios y/o autócratas. El grado omega de la manipulación de la consciencia de la ciudadanía. Un ejemplo de ingeniería política deliberada. 

Los hombres y mujeres fuertes  

El problema radica en unos líderes y unos liderazgos que invaden países en nombre de la seguridad nacional (Vladímir Putin), que prometen fortalecer la democracia y la convierten en una dictadura (Recep Tayyip Erdogan), que quieren construir un Parlamento elegido por el pueblo y reinstauran el culto a la personalidad (Xi Jinping), que se presentan como tribunos del pueblo contra la élite y lo que buscan es que el Reino Unido salga de la Unión Europea (Boris Johson), que imitan a los lideres autoritarios para zafarse de las restricciones legales e institucionales y dar un paso hacia el autoritarismo instintivo (Donald Trump), que prometen el cambio radical desafiando al hombre fuerte y acaban arremetiendo contra el separatismo islamista (Emmanuel Macron) o que se erigen en la referencia del liberalismo al tiempo que coquetean con Vladímir Putin (Angela Merkel).         

Unos hombres y unas mujeres que aparecen como reformistas y acaban siendo unos involucionistas de pro. Así se erosiona la democracia. Como señala Freedom House, el número de países en los que la libertad se ha visto reducida cada año es más grande que aquellos que experimentan un aumento de las libertades políticas y civiles.  

Nuestro autoritario Pedro Sánchez 

Y ahí es donde tiene cabida el Pedro Sánchez que rima con los hombres fuertes o autoritarios que dibuja Gideon Rachman. Ese Pedro Sánchez narcisista, endiosado, intolerante, despótico, amoral, sin escrúpulos, que mantiene una pésima relación con la palabra dada, que tira piedra y esconde la mano, que está convencido de que solamente existe lo que él dicta que no es sino lo que a él le conviene e interesa.  

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