La “Operación Paso del Estrecho” será en patera

Ante la posición del Gobierno de no reconocer la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental es muy probable que este verano Rabat desate una nueva oleada migratoria, esta vez en pateras, dirigida a las costas españolas

El gobierno marroquí se ha dado cuenta de la mala imagen que genera mandar a miles de jóvenes, muchos de ellos niños, a invadir la frontera de Ceuta. Ha sentado especialmente mal en la UE. Y eso no es bueno para Marruecos. No es admisible que los gendarmes abran las puertas de la valla y dejen cruzar a todo el que quiera como quien deja pasar a una masa imparable de aficionados a un partido de fútbol. De hecho muchos de ellos iban engañados creyendo que verían a Ronaldo.

Así que ahora Rabat regresará a la “normalidad” durante este verano y volverá a mandar, de 50 en 50 y en patera, a cuantos quieran aventurarse. Llegarán a las islas Canarias o a distintos puntos del sur de la península “aprovechando el buen tiempo y el favorable estado de la mar”. Ya saben, la cantinela de todos los años en los medios de nuestro país.

Pero este verano muchos españoles verán la llegada de estas pateras de otra manera. Podría decirse que lo ocurrido en Ceuta ha hecho que muchos argumentos de lo políticamente correcto comiencen a tambalearse. Existe un problema migratorio indudable. Un drama que viven muchos africanos que huyen de países en conflicto, de la hambruna, de la miseria. Pero no es menos cierto que nuestro vecino del sur, convertido en el gendarme africano por interés propio y el de Europa, utiliza la tragedia migratoria para su propio interés.

Marruecos es un país emisor y receptor de inmigrantes a gran escala. Miles de subsaharianos, en su ruta hacia Europa, acaban en los montes que rodean Ceuta y Melilla como los peces que terminan en el fondo de una red con pocas posibilidades de escapar. A estos hay que añadir la legión de jóvenes magrebíes sin futuro dispuestos a todo con tal de salir del país. Dos tipos diferentes de inmigrantes pero un mismo problema.

Y el gobierno de Rabat tiene la llave. La que abre y cierra la válvula de esta olla a presión. Cada vez que le interesa presionar a Europa en general y a España en particular las pateras hacen su trabajo. Un verano de llegadas masivas a nuestras costas obliga siempre a la diplomacia española a tomar cartas en el asunto. Es decir, a preparar una carretilla de dinero y ayudas de todo tipo para contentar a un régimen que tiene la gran ventaja de no verse sometido a una opinión pública que no existe.

Mal que bien esta dinámica se ha mantenido durante años en un inestable equilibrio. En Madrid siempre se ha sabido que cualquier desaire, cualquier mal gesto hacia Marruecos, se traduce en una nueva oleada de pateras. Y en Rabat siempre han sabido que la opinión pública española es especialmente sensible al problema migratorio. Hasta el punto de creer, y existen varios ejemplos, que una orden desde “palacio” puede desatar y provocar una importante inestabilidad política en nuestro país.

Objetivo Sáhara Occidental

El último asalto a Ceuta ha cambiado la percepción que muchos españoles tenían del problema migratorio. De ser exclusivamente un drama humano ha pasado a ser un drama humano utilizado políticamente y sin escrúpulos por nuestro vecino del sur. La sociedad española percibe ya con claridad que la presión de Rabat está encaminada al reconocimiento de la soberanía marroquí del Sáhara Occidental. Y quién sabe si después vendrán Ceuta y Melilla. La idea del chantaje se ha instalado en el imaginario de nuestra sociedad y el gobierno de Sánchez deberá gestionar con tiento tan delicada percepción.

En Marruecos han debido de pensar que ahora o nunca. Que es el momento de hacerse definitivamente con la soberanía del Sáhara. El apoyo de EE.UU a su causa en la antigua colonia y la posición de Francia, favorable también a los intereses de Mohamed VI, dejan a España en una complicada situación.

Un verano aciago

De ahí la presión marroquí de las últimas semanas. Una crisis diplomática abierta y con pocos visos de arreglarse en breve: se retira a la embajadora en Madrid, se realizan maniobras militares conjuntas en la zona con la ausencia de España, se suspende la “Operación Paso del Estrecho” y se generan fuertes pérdidas económicas a empresas españolas…

Todo hace pensar que este verano será especialmente duro en el Estrecho y en las aguas que separan Marruecos de las islas Canarias. Si el gobierno de Rabat presiona como suele, podemos asistir en los próximos meses a un auténtico desembarco de pateras. Lo malo es que esta vez el problema no se va a solucionar con más dinero ni más cooperación. El precio se llama Sáhara, pero la sociedad española no está para chantajes.