Las opacas andanzas de Jordi Pujol Ferrusola

Los miembros del clan Pujol han regresado a los titulares periodísticos, muy a su pesar. El nombre de Jordi Pujol Ferrusola, ausente desde hace varios meses, ha vuelto esta semana a acaparar las portadas del diario El Mundo por sus trasiegos pecuniarios desde toda suerte de paraísos fiscales. Un ex socio suyo, el inversor argentino Gustavo Shanahan, se ha ido de la lengua y ha largado con pelos y señales los entresijos de las inversiones que Jordi efectuó en negro en la sociedad explotadora de un terminal de Puerto Rosario.

El primogénito del ex president debe pensar que en boca cerrada no entran moscas y permanece callado como un muerto, al menos por el momento. Así que ante una declaración como la de Shanahan, nos hallamos ante el clásico dilema: creer o no creer al airado bonaerense. Es la palabra de Shanahan contra el silencio de Pujol junior.

Pero ocurre que el argentino no sólo ha hablado a la prensa, sino que le ha suministrado copiosa documentación. En su primera entrega, el interlocutor sudamericano formula unas declaraciones explosivas. Afirma tan campante que Jordi Pujol hijo invirtió en Puerto Rosario la fruslería de 12 millones de euros, 2.000 millones de pesetas, mediante transferencias desde tres conocidos paraísos fiscales, a saber, Suiza, Andorra y Panamá.

Además, relata un episodio rocambolesco. Los socios locales de Shanahan creyeron que el inversor español era Puyol, el jugador del FC Barcelona. Así que ni cortos ni perezosos decidieron contárselo a Leo Messi, quien no salía de su asombro porque no tenía la menor idea de que ese compañero de correrías había decidido invertir en su país.

Tras esa acometida inicial, ningún miembro de la saga de los Pujol Ferrusola salió a la palestra para desmentir la información. Saben cómo las gasta el periódico de Pedro J. Ramírez y temen que quizás disponga de más balas en la recámara para otro capítulo del serial.

Éste llega puntualmente el día siguiente con unos titulares atronadores. Reproduce un correo electrónico enviado por el propio Pujol junior a Shanahan, en él que le comunica el envío de 1,2 millones de euros: “Te llegará desde Suiza, estate alerta”, le advierte. Además incluye unas revelaciones devastadoras de Shanahan. Entre otras cosas, el sudamericano afirma que la fortuna de la familia Pujol la administra un testaferro con sede en Londres, que se encarga de gestionar los caudales embalsados en una sociedad tapadera de Lienchenstein, titulada Brantridge Establishement. Ésta tiene una filial británica, Brantridge Holdings Ltd, inscrita en el Registro Mercantil de Londres. Según la ficha de esta compañía, reproducida por el periódico, su administrador no es otro que el mismísimo Jordi Pujol Ferrusola, quien a esos efectos facilita su domicilio de la calle Muntaner de Barcelona.

Según parece, el tal Shanahan se ha ido de la lengua porque Pujol no le paga una comisión que habían pactado. Pujol arguye que Hacienda le está investigando en España y tiene vigilados todos sus trasiegos pecuniarios, de forma que no puede mover un euro sin riesgo de ser descubierto.

Tengo para mí que estas vicisitudes mercantiles son tan viejas como la vida misma. Suele decirse que no hay nada más peligroso que una mujer despechada. Pero a juzgar por la embestida de Shanahan, tampoco es desdeñable la reacción de un socio que se siente traicionado porque al reclamar su pasta le dan largas con las excusas más peregrinas.

Pese a que la documentación ya divulgada es contundente, hay quienes no acaban de creer a un individuo capaz de tales deslealtades. Otros atribuyen la difusión de los tejemanejes crematísticos de los Pujoles a una campaña destinada a frenar las ansias independentistas de los líderes de CiU. Quizás tenga algo que ver una cosa con la otra, pero los árboles no deben impedirnos ver el bosque. El meollo de todo este embrollo no es otro que la copiosa fortuna que la familia Pujol oculta presuntamente en paraísos fiscales. ¿Tienen dinero escondido o no? Y si lo tienen, ¿de dónde ha salido? ¿Son lícitos sus orígenes?

La respuesta a la primera pregunta ya la dieron dos hijos del ex president Pujol, Oleguer y Josep, cuando decidieron acogerse meses atrás a la amnistía fiscal del ministro Montoro. El primero afloró 3,1 millones de euros. El segundo, 2 millones. Esto no son meras especulaciones de los plumíferos, sino hechos ciertos e indesmentibles, pues fueron ellos mismos los que voluntariamente se sometieron al strip-tease ante Hacienda.

Paralelamente, un juzgado de la Audiencia Nacional tiene en el punto de mira a Jordi Pujol Ferrusola por sus sospechosos movimientos dinerarios. Y el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya investiga a su hermano Oriol por la supuesta trama de las ITV, que pretendía hacerse con varias estaciones para exprimir a modo a los ciudadanos catalanes propietarios de vehículos, aprovechándose para ello del oligopolio que la Generalitat ha impuesto en este sector.

Ya se verá cómo acaba estos hediondos asuntos. Pero que nadie se engañe. Es fama y razón que las negociaciones secretas emprendidas entre Mariano Rajoy y Artur Mas, dedican una rúbrica descollante a las peripecias penales de la familia Pujol.