Los árboles y la crisis económica

Las restricciones que dificultan volver a la normalidad empiezan a ser uno de los motivos que contribuyen a mantener esta crisis

Los árboles, un relato de Frank Kafka a modo de introducción: «Pues somos como troncos de árbol en la nieve. Aparentemente yacen en un suelo resbaladizo, así que se podría desplazar con un pequeño empujón. Pero no, no se puede, pues se hallan fuertemente afianzados en el suelo. Aunque fíjate, incluso eso es aparente».

La crisis económica ésta llevando a muchas personas y colectivos a percibirla como insalvable, compleja e imposible de reconducir rápidamente. Otros, por el contrario, ven posible una recuperación rápida si se actúa a favor de la economía. Incluso creen que esta crisis ofrece la oportunidad de reformar las instituciones políticas para adecuarlas a próximos retos sanitarios.

Pesimistas y optimistas dirán algunos, para inmediatamente posicionarse en la mitad del camino entre la desconfianza y la certeza de encontrar una solución a la crisis.

Todo el mundo tiene su particular percepción, motivada por sus propios intereses y por su experiencia personal. Lo que deberíamos observar es que solo es posible salir de esta crisis si se actúa afrontándola. Se trata de evitar caer en la fascinación que suscitan los continuos diagnósticos y actuar en la dirección de salvar a la economía.

Hay quienes dicen que los árboles se mueven, que resbalan aparentemente y, por lo tanto, es necesario trazar una estrategia basada en impulsar draconianos protocolos imposibles de cumplir, futuros confinamientos si se dan nuevos casos de contagio, y dejar la economía en suspenso hasta dar con la vacuna que libere a la sociedad de la tiranía de la Covid-19.

El resto es consciente de que los árboles no se mueven y que debe centrarse todo el esfuerzo en que no mueran. La salida de la crisis económica se juega entre estas dos visiones opuestas; la primera anula sistemáticamente a la segunda.

Los árboles no resbalan sobre la tierra, sino que están enraizados en ella

Pero mientras la primera basa toda su fuerza en mantener vivo el peligro de una segunda oleada de contagios, la segunda se basa en que solo es posible responder a esta eventualidad si la economía no se hunde.

La crisis económica es verdadera y real. Para que los árboles/economía sigan fuertemente afianzados en la tierra, se debe empezar a considerar que no resbalan sobre la tierra, sino que están enraizados en ella.

Hay que considerar cómo empezar a reducir las restricciones que dificultan volver a la normalidad, porque empiezan a ser uno de los motivos que contribuyen a mantener esta crisis que debería empezar a superarse.