Los mensajes que envía el Banco Central Europeo

El jueves 7 de mayo el Banco Central Europeo tomó dos decisiones relevantes: comprar bonos en poder de los bancos para aportarles liquidez y efectuar una rebaja adicional del tipo de interés de sus préstamos, hasta dejarlo en el 1%, nivel más bajo desde la creación del euro.

Además, explicó que ese nivel no era indicador de la situación futura del coste del crédito, ya que la estabilidad actual del índice de precios de consumo no va a mantenerse durante mucho tiempo. Los acreditados harían bien en no dejarse llevar por la baratura actual y considerar que la financiación volverá a ser más onerosa, de modo que debían aprovechar la situación actual para reducir sus deudas. De acuerdo con la macroeconomía convencional, la conjunción de las dos decisiones debería reducir el nivel del euríbor, facilitar las operaciones entre entidades bancarias y elevar la oferta de crédito a empresas y particulares. Sin embargo, es posible que el efecto sea muy inferior al esperado, como también lo sigue siendo el esfuerzo de los gobiernos nacionales que aseguran parte del crédito concedido por la banca, sin conseguir que crezca en la cuantía esperada.

INCERTIDUMBRE
El problema de las entidades financieras es, en primer lugar, la incertidumbre respecto al futuro inmediato, que impide calibrar adecuadamente el riesgo asumido. Por otra parte, los avales y otras garantías que otorgan los gobiernos tienen otros inconvenientes, entre los que están las limitaciones en cuantía, lentitud y prolijidad de los procedimientos y, especialmente, el hecho de que no garantizan la totalidad del principal prestado. Así, la banca sabe que puede recuperar una parte (con demoras y sin los costes anejos al procedimiento), pero el resto de la operación sigue sin tener cobertura y el riesgo de fallido es exactamente el mismo que habría sin el crédito; sólo varía la cuantía implicada.

Una segunda dificultad procede de la cuantía de los fallidos y de sus efectos en la dotación de capital. Para apreciarlo puede ser útil una sencila reflexión numérica. En el activo puede suponerse que los edificios en propiedad son el 2%, que hay otro 2% en efectivo y un 94% en créditos. En el pasivo hay un 8% de capital y un 92% de depósitos. Considérese una situación delicada, como la actual, en la que los fallidos, la suma de los consumados y los que están en proceso inminente pueden ascender al 5% de los créditos. Si ese volumen fuera de pérdidas, supondría que el capital se ha reducido en un 62,%, con lo que la entidad ha dejado de cumplir con los coeficientes de recursos propios que le impone la normativa y debe recapitalizarse. Obviamente la moratoria no siempre equivale a una quiebra con insolvencia total, pero, por otra parte, el flujo de incumplimiento de los acreditados se mantiene y la calidad de las garantías se va reduciendo. Por otro lado, el valor de los depósitos sigue siendo el nominal, con lo que hay un descuadre entre activo y pasivo y un flujo cada vez menor de intereses cobrados, mientras que el de los pagados se mantiene. De esta situación proviene la resistencia a otorgar nuevos préstamos, ya que el efectivo debe mantenerse para poder hacer frente a peticiones de reintegro de depósitos. Por su parte, la autoridad financiera extrema las evaluaciones de vulnerabilidad de la banca y procede reiteradamente a inyectar nuevos recursos del sector público que, por ejemplo, en EEUU se destinan a recapitalizar las entidades financieras.

GREGARISMO ILUSTRADO
Las empresas y familias que necesitan crédito, así como muchos políticos e informadores, se sorprenden al observar que todas las entidades financieras tienen un comportamiento similar, que caracterizan como gregario. Es lógico que lo sea, porque la situación es la misma para todos y la tendencia a la degradación de una parte de sus créditos les afecta a todos. Éste es el tercer problema, pues se trata de un gregarismo ilustrado, ya que quien actúe de otro modo incurriría en una conducta imprudente, pues si tiene peores resultados no tendría modo de justificar su actuación y la posibilidad de obtener algo es, en el mejor de los casos, ínfima.

El gregarismo es negativo cuando hay seguidismo en un grupo pequeño (groupthink) y no se analizan opciones alternativas. Cuando se trata de movimiento general (herd behavior) no necesariamente es negativo. En esta situación se está cuando los clientes temen perder sus ahorros y exigen el reintegro de depósitos o cuando los políticos se dan prisa en promulgar nueva regulación, lo que suele pasar cuando sobreviene una situación problemática que ellos mismos han contribuido a crear y que vuelven a propiciar en otra forma por hacerlo casi siempre en caliente. El comportamiento de los rebaños, los cardúmenes de peces y las bandadas de aves tienen reglas del tipo: muévete hacia el centro, no choques con los que están a tu lado, cuando viene el predador no escapes de la formación… Probablemente hay reglas mejores, pero no hay ninguna que evite por completo los errores y que sea de aceptación generalizada.

El mensaje que acompaña a las decisiones del Banco Central Europeo tiene dos vertientes: (1) la apelación a la sensatez y prudencia al instar a que no se considere que el nuevo tipo de interés será duradero y que se reduzca la deuda, y (2) la propia explicación, que permite saber a qué atenerse y contribuye a crear confianza.