Macron y la oportunidad del ‘centrismo radical’

Macron apuesta por un 'centrismo radical', un liberalismo progresista que pretende ayudar a los jóvenes y romper la dicotomía entre izquierda y derecha

Emmanuel Macron será el nuevo presidente de Francia a partir de este domingo, a falta de un terremoto que los sondeos no han detectado en ningún momento. Y lo que se encontrará delante es el pueblo francés, como le gusta llamarlo Marine Le Pen: ciudadanos que son los reyes de la queja. Los que reclaman sus derechos, pero también quieren conservar sus privilegios.

Los que rechazan el cambio y temen los nuevos tiempos.

El 57% de la economía francesa está en manos del Estado, –sólo hay un país que se le acerca en la órbita de una economía de mercado: Finlandia– y la izquierda y la derecha piden protección.

Nada de riesgos. La República de Francia debe seguir en pie, con sus valores y sus empresas públicas. ¿Qué aporta, entonces, Macron? ¿Qué quiere cambiar? ¿Es Macron un dirigente sólido, con un proyecto político real y posible?

Macron quiere ofrecer oportunidades, para crear riqueza, para que todos se responsabilicen

Esas preguntas se las debe formular el conjunto de la sociedad europea, porque lo que pretende Macron es una especie de “revolución cultural”, como destacan sus colaboradores, que sea capaz de superar una dicotomía paralizante entre la izquierda y la derecha, y si tiene éxito en Francia podría emularse en el seno de la Unión Europea.

Porque, ¿Es Macron un liberal que pertenece a la elite del sistema económico? Sí y no. Lo es por su carrera profesional, en el sector financiero, pero lo que pretende Macron es ofrecer oportunidades a los ciudadanos –a todos, no a los que lo tienen más fácil– para progresar, para aprovechar los instrumentos de la nueva economía y de la globalización.

La opción contraria, el cerrar los ojos ante un mundo en plena transformación, sólo puede conducir a la frustración y al lamento. Ello no quiere decir que se permita todo, sino que implica regulación y control, pero también mayor libertad.

Es el ‘centrismo radical’ de Macron, que tendrá dificultades, pese a ser presidente, porque necesitará una mayoría parlamentaria, tras las elecciones legislativas, que sólo puede pasar por una colaboración con la fuerza del centro-derecha de Los Republicanos, el partido de Fillon, pero también el del senador François Baroin, proclive a colaborar con Macron.

En España, el consultor Angel Pascual-Ramsay ha desarrollado esa idea, que quiere representar Macron en Francia. La premisa es que las prácticas e instrumentos que permiten la innovación, que permiten estar en primera línea y beneficiarse de la globalización, están al alcance de una elite, de una minoría, que ha beneficiado, por ejemplo, a jóvenes como Macron.

Macron bebe del liberalismo francés, de hombres como Bastiat, Guyot o Revel

Una prueba es que las becas de investigación, las de estudio de prestigiosas instituciones acaban en manos de los mejor informados, de los que las conocen, de los que, previamente, ya estaban instalados. Eso reproduce el sistema, y provoca el voto en contra, el voto que abraza a Le Pen y denigra, desde la derecha o desde la izquierda que representa Mélenchon, a un dirigene como Macron.

Pero de lo que se trata es de promover que un número mayor de población sepa cómo crecer, cómo crear riqueza, y no pensar sólo en la distribución de esa riqueza. Ese es el liberalismo que ha logrado cambiar a las sociedades occindetales, que ha ayudado al progreso real.

Como ministro de Economía, con el primer ministro Manuel Valls, y el presidente Hollande, Macron apostó por un proyecto para que las empresas buscaran, directamente, a licenciados de los barrios periféricos, de origen inmigrante, pero que son plenamente franceses, de tercera o de cuarta generación que se encuentran una y otra vez con un techo de cristal y que han realizado un esfuerzo previo mucho mayor que un joven de un barrio bien de París, cuya familia tiene buenas conexiones. ¿Es eso neoliberal, liberal-progresista, socialista o paternalista de derechas? Romper esas etiquetas y ofrecer oportunidades es lo que defiende Macron, que se define, ciertamente, como un liberal de izquierdas.

Los jóvenes son los grandes perjudicados por la vieja Europa y es lo que quiere combatir Macron. El paro juvenil en Francia alcanza el 23,7%, por encima de la media europea del 22,3%, y muy lejos del 7,2% de Alemania, –se debe recordar que en España se eleva hasta el 49,6%.

Otra de sus apuestas es que los candidatos en las legislativas, en un 50%, provengan de la sociedad civil, es decir, que no sean políticos profesionales, con la idea de que haya una renovación, y todos los ciudadanos se responsabilicen de los asuntos públicos. De la misma forma, ha reclamado que las elecciones de ministros tengan una clara conexión con sus competencias ministeriales, con una comisión parlamentaria que atienda esa circunstancia.

Macron quiere ayudar a los jóvenes, los verdaderos marginados por la vieja Europa

¿Es pura gestualidad? En cualquier caso, se trata de medidas para impulsar reformas, algo que en Francia suena a algo imposible.

Bebe de una tradición liberal en Francia –que también existe–, de nombres como Frédéric Bastiat o Yves Guyot, o Jean-François Revel, autor de La obsesión antiamericana, un libro que fue vilipendiado, porque en él quería desenmascarar a toda la izquierda, y gran parte de la derecha francesa, que se niegan a cualquier reforma y ven enemigos de los supuestos valores republicanos franceses por todas partes: “El antiamericanismo es la gran coartada para la irresponsabilidad”, aseguraba en las entrevistas de promoción de la obra.

Lo que pretende Macron es muy complicado en Francia, y, además, tiene el problema de no tener un partido propio detrás, aunque podría ser una ventaja. Con las legislativas de junio, algunos dirigentes de Los Republicanos, ya han mostrado su deseo de colaborar con el presidente de la República, a modo de cohabitación, como ha ocurrido en otras ocasiones.

El senador Maroin, apadrinado por Jacques Chirac, es el que está más dispuesto a ello. Pese a todo, alguien ha querido mover las aguas en Francia, y está en disposición de ganar, aunque muchos franceses voten a Macron para rechazar a Le Pen. On verra