Es 1 de octubre

El 1-O se conmemorará el día aciago en el que vivimos con angustia e incertidumbre la llegada del día D del separatismo

Durante mucho, muchísimo tiempo, desde el gobierno de la Generalitat se prometió a su público que el 1 de octubre de 2017 se votaría en un referéndum, que tendría validez legal y que Cataluña mutaría a Estado independiente sin trasgredir una sola ley. Es lo que llamaban “de la ley a la ley”. También nos dijeron que votaríamos con todas las garantías, censo, urnas, interventores, recuento…

Nada de todo eso sucedió y el referéndum fue un fiasco: urnas previamente rellenadas de síes y noes, porque obtener noes daba apariencia de pluralidad. Censos inexistentes tras haber intentado montar uno en base a los datos del Servei Català de la Salut y así todo.

El engaño a los entusiasmados ciudadanos separatistas, la improvisación y la falta de garantías solo pudo ser disimulada por la unión en la crítica a la policía que actuó en cumplimiento de un mandato judicial que anulaba la celebración del falso referéndum.

Un año más tarde, de ese día solo queda el linchamiento a la policía. No hay que llamarse a engaño, la crítica a la policía, al igual que la crítica al rey, a los jueces, a los fiscales o al alguacil, no es la critica a tales personajes, es la critica a todo lo que sea vinculable a España.

Un año más tarde las fotografías de los 900 heridos siguen sin aparecer porque no existieron.

Un año más tarde nadie conmemorará lo que si verdaderamente ocurrió: el poder político de ideología independentista, usando los medios económicos y recursos públicos procedentes de un uso y abuso del poder, intentó cargarse el orden constitucional, anular los derechos y garantías de los ciudadanos.

Al no conseguirlo en primera instancia por la chapucería de su falso referéndum, se dirigieron hacia los hoteles, hostales y cámpings donde estaban alojados los agentes del Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil e intentaron un segundo asalto, basado en tomar el control del territorio, amparados en el peor de los casos en la colaboración o en el resto en la apatía cómplice de ayuntamientos y Mossos d’Esquadra.

Conmemoraremos el día en el que el separatismo decidió saltar al precipicio pero con una cadena que nos ataba a todo a su tobillo

Este 1 de octubre, aquellos que quieran celebraran el aniversario del fracaso del intento del poder político establecido en aquel momento de transformar a siete millones de personas de ciudadanos libres de un estado miembro de la UE a miembros de una posible república no reconocida por nadie y donde los derechos y libertades democráticos estaban en duda al formar parte la CUP de la conchorcha.

Este 1 de octubre quien quiera celebrará un día aciago, donde la gente vivimos con angustia e incertidumbre la llegada del día D del separatismo. Este 1 de octubre quien lo quiera celebrar conmemorá el momento en el que estuvimos a punto de vivir cómo la amenaza de Laia Reguant de organizar un corralito cristalizaba.

Este 1 de octubre conmemoraremos el día en el que el separatismo decidió saltar al precipicio pero con una cadena que nos ataba a todo a su tobillo. Este 1 de octubre conmemoraremos nuestro momento más oscuro desde 1936-1939. Y creo que no hay nada a conmemorar y mucho de lo que aprender.

Este 1 de octubre, empero, también conmemoraremos que ese día fue el inicio de una reacción, la de decenas de miles de catalanes que una semana más tarde saldrían a la calle a gritar basta ya, y la de los poderes del Estado que tomaron consciencia de que España se iba por el sumidero y empezaron a pensar qué hacer para frenar la algarada.

Este 1 de octubre, en definitiva, celebraremos el punto y seguido que dio pie a una nueva realidad en Cataluña y en España.

Lo que este 1 de octubre unos conmemoraran contra España, es lo que llevó a millones de compatriotas a colgar banderas en sus balcones, a salir a las calles en miles de plazas de España para mostrar su solidaridad con los catalanes no separatistas y a reclamar al Gobierno firmeza en defensa del orden constitucional.

Esta semana 1.500 empresarios de Andalucía, Murcia, Valencia y Cataluña se reunieron en Barcelona para reclamar al Gobierno la inversión de los 9.000 millones de euros que faltan para completar los 24.000 ya puestos en la adjudicación del Corredor del Mediterráneo.

Si el 1-O hubiera sido como prometieron, hoy estaríamos sumidos en la más profunda oscuridad

España unida sin pasar por Madrid. Europa conectado en tren desde Gibraltar hasta Malmoe, los puertos de Algeciras, Valencia, Tarragona y Barcelona con conexión férrea para recibir y enviar mercancías. Así se construye España, Europa y el mañana.

Mientras este acto se llevaba a cabo con presencia del presidente de esas comunidades autónomas, Quim Torra insultaba a más de la mitad de los catalanes visitando un instituto de enseñanza media donde unos profesores, el 2 de octubre hará un año, insultaron a unos niños por el mero hecho de ser guardias civiles.

Quizás este 1 de octubre sí tengamos algo de conmemorar: el fracaso de un día que, si hubiera sido como prometieron, hoy nos tendría sumidos en la más profunda oscuridad.

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