No hay vacuna para la pérdida de empleo que nunca se recuperará

La 'nueva normalidad' y las vacaciones han generado un espejismo en la sociedad española donde se impone la falsa idea de que todo ha terminado

La leve mejoría que experimentó el mercado de trabajo el pasado mes de junio ha servido de excusa al Gobierno para tratar de vender a la población que lo peor ya ha pasado y que, por tanto, la recuperación ya está en marcha tras el levantamiento del estado de alarma y la reapertura gradual de la actividad económica.

Y, al mismo tiempo, el fin del confinamiento y el inicio de las vacaciones han generado en buena parte de los españoles una especie de euforia colectiva, hasta el punto de descuidar las medidas de prevención más básicas, bajo la falsa creencia de que la pandemia ya ha sido superada. El problema, por desgracia, es que se trata de un mero espejismo. Tanto la crisis económica como la sanitaria siguen su curso.

El paro aumentó en 5.107 personas en junio, hasta un total de 3,86 millones, mientras que la afiliación a la Seguridad Social creció en 68.208 cotizantes con respecto a mayo, hasta un total de 18,48 millones. Aunque ambos datos son mucho mejores que los registrados en marzo, abril y mayo, lo cierto es que el balance general resulta dramático. Para empezar, porque, a excepción del fatídico 2008, es la primera vez que sube el paro en junio, pero, sobre todo, porque el impacto de la Covid-19 se ha traducido en 915.000 parados durante el primer semestre, según BBVA Research.

Esta cifra, en todo caso, siendo preocupante, maquilla en gran medida el negro panorama que dibuja el mercado laboral a corto y medio plazo. Y es que la clave radica en la destrucción de empleo. El número de cotizantes se ha hundido en 850.000 con respecto al máximo alcanzado antes del estallido de la pandemia, mientras que los trabajadores afectados por un ERTE todavía rondan los 1,83 millones y los autónomos que han cesado su actividad suman otros 1,47 millones.

En total, el coronavirus se ha cobrado por el momento algo más de 4 millones de empleos, superando incluso los 3 millones de puestos que se llevó por delante la anterior crisis financiera. Como consecuencia, la tasa de paro real se sitúa hoy por encima del 30%.

 La tasa de paro real se sitúa hoy por encima del 30%

El Gobierno confía en que la reactivación económica irá absorbiendo, poco a poco, este colosal impacto, pero la tragedia es que buena parte de ese empleo no se recuperará. Ya han cerrado cerca de 130.000 empresas y es de esperar que otras muchas sigan el mismo camino en los próximos meses, de modo que los actuales ERTEs se acabarán convirtiendo en despidos colectivos vía EREs.

Golpe al consumo y al turismo

Los tres meses de encierro decretados por el Gobierno han supuesto un durísimo primer golpe a la economía nacional, pero a éste hay que añadir otros dos. En primer lugar, el drástico cambio en los hábitos de consumo que impone la convivencia con el virus y que afecta de lleno a algunos de los principales motores del país, como es el caso del turismo.

Prueba de ello es que el número de turistas extranjeros apenas alcanzó los 10,5 millones hasta mayo, un 63% menos que en el mismo período de 2019, con lo que, posiblemente, cerraremos el año con tan sólo 30 millones de visitantes, frente a los más de 80 registrados el pasado ejercicio. Estas cifras llevarán a la ruina a una parte sustancial del sector turístico, con todo lo que ello supone.

Y, por si fuera poco, el Gobierno pretende disparar los impuestos para tratar de recomponer el histórico agujero fiscal que dejará tras de sí la crisis, lo cual, en última instancia, además de no lograr su objetivo, dificultará la recuperación económica y la creación de empleo.

No, España está todavía muy lejos de atisbar la luz al final del túnel. En ausencia de una vacuna o tratamiento eficaz contra el coronavirus, estamos al inicio de una histórica crisis sanitaria, económica y social.