Maragall Resurrections

El procés es una historia de cuernos: de cuando ERC traicionó a CiU con el PSC, de cuando CiU traicionó al PSC con el PSOE y de cuando Junts intenta sacar de quicio a Aragonès

Se presentan libros y libros en una ciudad como Barcelona…pero pocos suscitan el morbo, casi casi la liturgia, que hace unos días suscitó la presentación de Maragall i el Govern de la Generalitat: les polítiques del canvi, una obra escrita nada menos que a ocho manos (Júlia Miralles-de-Imperial, Carles Rivera, Gemma Ubasart, Joan Vicente), editada por RBA y lanzada por todo lo alto en un acto moderado por la periodista Gemma Nierga y con catering del Semon, que tampoco es algo que se vea cada día. Asistieron Salvador Illa, Josep Montilla, Joan Ignasi Helena, Narcís Serra, Ernest (Tete) Maragall, Xavier Trias, diputados de lo más variado y revuelto (yo, sin ir más lejos) y una nutrida, interesante audiencia de…¿nostálgicos?

Sin duda aquello podía parecer un bufé libre de nostalgias, al gusto del consumidor y de cada cual. Estaban los nostálgicos del “voto dual”, de cuando Cataluña era electoralmente previsible: a Pujol en las catalanas, a Felipe en las generales. Estaban los añoradores del “tan anhelado cambio” (Gemma Nierga dixit) que por primera vez en 23 años apeó al nacionalismo de la presidencia de la Generalitat para ungir a un molt honorable del PSC.

“Ferrusola decía que era como si les hubieran entrado a robar en casa”, se regodeaba Nierga en la hemeroteca de la memoria. Es verdad, lo decía. También es verdad que incluso aquellas elecciones, las de 2003, las ganó el delfín de su marido, las ganó Artur Mas. No por mayoría absoluta, pero las ganó. Y acto seguido cometió el error garrafal de irse de vacaciones como si lo tuviera todo atado y bien atado.

Hay unas imágenes impagables de Mas recién votado entrando en el Palau de la Generalitat mientras “sus” funcionarios de toda la vida le abren pasillo y le aplauden a muerte. A muerte. Yo filmé aquella escena para un documental que estaba grabando sobre los últimos días de Pujol como president sin apercibirme, en el momento, del vuelco que iban a dar la situación…y la misma escena, en cuanto la reprodujera en mi documental con “I am your man”, de Leonard Cohen, de banda sonora.

Y es que se pongan como se pongan, el procés es una historia de cuernos: de cuando ERC, harta de los sucesivos abrazos del oso de CiU, decide darle plantón y largarse con el PSC. Algunos se quedaron catalépticos y todavía no se les ha pasado el rigor mortis. Tampoco un afán desmedido de reokupación de lo que es “suyo”. Así Mas cuando se alió con Zapatero para reventar desde fuera la reforma del Estatut que Maragall trataba de sacar adelante con ERC. Así Laura Borràs cuando acumula trastada tras trastada, a ver si saca de quicio al gobierno de Pere Aragonès.

A mí me tocó seguir el debate maragalliano justo detrás del inescrutable cogote de Salvador Illa. Debo decir que no se le veía especialmente relajado ni cómodo. Ni especialmente nostálgico de la Matrix tripartita por mucho que aspire a retornar a ella. Yo creo que los socialistas catalanes, contra Pujol, vivían mejor. Porque todavía no se habían visto a sí mismos en el Retrato de Dorian Gray que, la última vez que lució joven, seductor y lozano, fue cuando Maragall se reflejaba en él como triunfal alcalde olímpico. Y que desde que Maragall se estrelló como president cría vejez, miedo, concesiones y silencios (¡Canet!) en alguna abyecta mazmorra recóndita del Palau de la Generalitat…