Mi nombre es Bond, Pedro Bond 

El escándalo no es que nos espíen, sino la utilización torticera, desesperada e irresponsable del trabajo de los servicios de seguridad del Estado por parte del Gobierno

Si les gusta el cine, el buen cine, seguramente recordarán una de las más famosas escenas de Casablanca, la excepcional cinta dirigida en 1942 por Michael Curtiz y protagonizada por Humphrey Bogart e Ingrid Bergman, una escena, decía,  en la que el tan simpático como corrupto capitán Renault, obligado por los nazis, cierra el casino clandestino desde el que cobraba sustanciosas mordidas al grito de : ¡Que escándalo, he descubierto que aquí se juega!. 

Esa ha sido aproximadamente mi sensación cuando vi al ministro de la presidencia y a la ministra portavoz anunciar, en solemne rueda de prensa desde el mismísimo palacio de la Moncloa aquello de: ¡Qué escándalo, hemos descubierto que nos espían! 

Aclaremos un par de conceptos: 

En primer lugar, por supuesto que nos han espiado, vivimos en un mundo en el que todos los países, incluidos los aliados, se espían entre sí. Y si lo hacen los aliados -que lo hacen, y todo el tiempo- imaginen lo que harán aquellos que tienen conflictos pendientes como España y Marruecos. 

En segundo lugar y en justa compensación espero que nuestros servicios de seguridad sigan espiando denodadamente al rey de Marruecos, a su gobierno y a sus fuerzas armadas, algo que por cierto no hemos dejado de hacer desde que en 1492 los reyes de Castilla y Aragón (que no España), derrotaron a los últimos reductos de la invasión norteafricana comenzada ocho siglos antes. Con bastante éxito, por otro lado. 

El escándalo no es que nos espíen, (…) sino la utilización torticera, desesperada e irresponsable del trabajo de los servicios de seguridad del Estado por parte del Gobierno

El escándalo por tanto, no es que nos espíen, ni siquiera lo es que nosotros espiemos, sino la utilización torticera, desesperada e irresponsable del trabajo de los servicios de seguridad del Estado por parte del Gobierno, un trabajo indispensable para la defensa de nuestra soberanía y que nunca- repito, nunca- debe comprometerse por intereses políticos, partidarios o personales

El Gobierno de España trató de utilizar una información de la que disponía hace al menos un año

Porque a lo que asistimos el pasado lunes no fue un ejercicio de transparencia, no señor, sino a algo mucho más turbio, una labor de confusión interesada y desesperada en la que el Gobierno de España trató de utilizar una información de la que disponía hace al menos un año (el espionaje a nuestro gabinete por parte de un país extranjero) para tratar de sacar réditos políticos a corto plazo sin importarle lo más mínimo que con tal acción dejaban desautorizados, indefensos y  a los pies de los caballos a nuestros servicios de inteligencia, algo que no imagino haciendo ni siquiera al sátrapa más irresponsable del imperio persa. 

Y siendo esto gravísimo, no ha sido lo peor. 

Lo peor es que esta operación circense, mal concebida y peor ejecutada además de situar a España como un país escasamente confiable para nuestros socios europeos y atlánticos, ni siquiera ha surtido efecto a nivel comunicacional y/o político. 

Lo único que deseo es que después de este desastre, Moncloa aprenda la lección y se abstenga en el futuro de jugar a los espías