Después de cinco días de enorme incertidumbre, los 17 líderes de la eurozona alcanzaron un acuerdo en los tres temas que se debatían. Recapitalización de la banca; 50% de quita a la deuda griega; y aumento del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera hasta el billón de euros. Entendiendo que no era posible más demora ante el riesgo de colapso del sistema financiero europeo el cual esta muy expuesto a los riesgos de la deuda soberana griega, y a la de otros países con altos niveles de endeudamiento con bajo, o nulo, crecimiento, consecuentemente con incapacidad manifiesta de devolver las deudas.
La decisión adoptada en el amanecer del pasado jueves, y las alzas de las bolsas europeas del mismo día, evidencian que se está en el principio del camino para poner freno a los especuladores que obtienen grandes beneficios a costa de las políticas negligentes, o sin visión de futuro, que han ejecutado algunos de los gobiernos que comparten el euro, y por la falta de decisiones rápidas a nivel europeo. Sin embargo, los acuerdos adoptados no son suficientes para reactivar la economía productiva, incluso en algunos lugares puede ser aun más complejo el acceso al crédito. La reactivación económica y la creación de puestos de trabajo requiere de recursos financieros garantizados a largo plazo, sólo de esa manera las empresas podrán afrontar los problemas de financiación de la actividad, y abordar proyectos para crear puestos de trabajo.
Si no fuese la situación española tan dramática, con un paro del 21,5% según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE); el crédito bloqueado; y una tasa de desempleo juvenil camino del 50%, podrían tranquilizarnos las palabras del presidente Nicolas Sarkozy con las que afirmaba que España se había alejando del riesgo de contagio, o las de la cancillera Angela Merkel ante el parlamento alemán hablando positivamente de España. Pero debemos encuadrarlas en la actual situación comprendiendo que estamos como el enfermo que ha salido de la UVI y al que han llevado a planta, pero la enfermedad sigue persistiendo y la solución definitiva aguarda.
España ha progresado en el equilibrio de las cuentas públicas, pero el auténtico reto, sigue siendo reactivar la economía y generar ocupación. Para ello es preciso recuperar la actividad industrial, apoyándonos en un modelo productivo más flexible, más adaptativo al cambio y a los mercados, y que esté fuertemente respaldado por la I D i incentivando la simbiosis empresa-universidad.
Evidentemente, España se encuentra en una situación extremadamente compleja, debe cumplir los requisitos requeridos, efectuando ajustes con el objetivo de lograr el equilibrio entre recortar las necesidades de financiación a corto plazo, y a la vez reactivar la economía, posibilitando el crédito a las empresas y estimulando la creación de empleo en un entorno de bajo crecimiento. Empleo que debe surgir de la Industria ya que solamente ella es capaz de crear de forma significativa los miles de puestos que són requeridos.
Una tarea posible i factible, si se le presta la atención requerida y no se ignoran los resultados del primer semestre. Efectivamente durante el primer semestre de 2011, la economía española creció sólo el 0,8%, mientras que la industria lo hizo el 3,6%. Cifras logradas gracias a su capacidad exportadora (más del 75% de las exportaciones son manufacturas industriales) que ha posibilitado un crecimiento de las mismas en el 17,7% en el período enero a julio de 2011 respecto al mismo período del año 2010.
Capacidad industrial que ha permitido a la vez que la industria haya sido el único sector que ha reducido su número de parados en un 9,6%. Consecuentemente disponemos de una buena palanca de futuro en la que apoyarnos mientras aguardamos que, a nivel europeo, se pongan las bases para que el sistema financiero regrese a la normalidad y el crédito circule. Para ello, precisamos tomar consciencia de que no sólo de Europa vendrán las soluciones. Son precisas reformas internas que aun no han sido plenamente afrontadas.
Sin olvidar la necesaria reorganización de las administraciones y el mantenimiento de la educación y la sanidad con criterios de eficiencia y eficacia, es preciso progresar en una reforma laboral realmente incentivadora de ocupación; potenciar el surgimiento de iniciativas empresariales; incrementar la dotación de capital humano de las personas en edad laboral con amplios programas de formación en la que estén involucradas las empresas para posibilitar formación profesional y trabajo, y se debe lograr que los avances científicos lleguen a las empresas. Un conjunto de hechos que únicamente dependen de nosotros.