Obstáculos a la salida de la crisis

Las crisis no tienen fecha de caducidad, pero antes o después terminan. Aunque suelen ser breves en comparación con las fases de crecimiento, la angustia, las pérdidas y el dolor que causan las hacen parecer larguísimas.

Los analistas tratan de atisbar cualquier circunstancia que parezca anticipar un cambio en la situación y sugieren vías de actuación. Los políticos, por su parte, buscan medidas que aceleren la recuperación hasta agotar los medios a su alcance.

Además, conviene tener presente cuáles son los obstáculos e ineficiencias que, además de la coyuntura, frenan el retorno a la normalidad. Esto es útil por dos motivos relacionados: uno,para anticipar el brío del crecimiento futuro y su estabilidad, y otro, para tener presente lo que puede esperarse en lo inmediato y evitar expectativas infundadas por desconocimiento de los frenos y lastres que se arrastran. En lo que sigue se mencionan factores que conviene tener en mente, sin que el orden de presentación indique un rango de importancia.

El consumo no mantendrá el ímpetu de la última década debido (1) a la pérdida de capacidad de compra de quienes pierden el empleo, (2) a la reducción del crédito para comprar bienes de consumo duradero, (3) al retorno a pautas de ahorro, cuya retribución (aunque no de inmediato) subirá, haciéndolo más atractivo, y (4) a la pérdida de valor de los activos (vivienda, bolsa…), que constituye un acicate adicional para recomponer el patrimonio.

Las Administraciones Públicas han superado el límite razonable de endeudamiento, sin lograr mucho, pero arrebatando los fondos prestables a empresas y familias.

Proseguir por esa vía, desde el Gobierno central a los ayuntamientos, deteriorará aún más la calificación de prestatarios y del país. También subirán los tipos impositivos de los tributos que consideren menos lesivos para la actividad económica, detrayendo recursos que impulsarían la actividad productiva. La contrapartida en forma de agilidad de trámites y calidad de gestión no se ha dado (ni siquiera se ha ofrecido).

La recuperación de la solvencia bancaria llevará más tiempo que la vuelta a la liquidez. Sin ellas, no habrá acceso fluido al crédito. El tipo actual del euro es una medida transitoria para facilitar la recuperación, pero pronto subirá. Por otra parte, la accesibilidad al crédito exterior no se recuperará hasta una normalización completa, requerirá amortizaciones rápidas de parte del que aún está vivo y obligará a afectar activos (incluso efectivo) a la cobertura de créditos, lo que no era necesario en el pasado cercano.

El aumento de la población contribuyó al crecimiento. Buena parte de los inmigrantes seguirán en el país, pero el nuevo flujo, en el caso de que lo haya, se resentirá negativamente.

Cuando el paro se estabiliza, se frenan la nupcialidad y la natalidad, baja el gasto y aparecen implicaciones a largo plazo que reducen la demanda. Por su parte, el capital humano se resiente en situaciones de desempleo y no se recupera la retribución previa hasta cierto tiempo después de la recolocación.

LOS PROBLEMAS CRECEN.
Se pierde capital productivo por cierre de empresas, reconversiones y cambios de actividad. El valor del capital en uso también cae cuando se usa en una tasa menor.

La concentración de procesos concursales absorbe los menguados recursos de los tribunales que los gestionan, los plazos se alargan y con ellos se generan costes que, junto al deterioro de la actividad, reducen la posibilidad de vuelta a la producción normal. La reducción del apalancamiento empresarial es difícil y requiere aumento de capital, que no va a inversión, sino sólo a recomponer el pasivo y la tesorería de las empresas, lo que además es lento y frena la innovación y la recuperación.

Lo anterior reduce las expectativas de resultados y refuerza el descenso de valor de los activos empresariales y su capacidad para avalar el crédito. En el mismo sentido actúan el aumento de la competencia exterior, que baja precios y merma los resultados necesarios para contratar e invertir. También se echa en falta un mercado de empresas que oriente sobre su valor.

Las peculiaridades de la crisis actual propiciarán cambios profundos en la regulación, con costes de aprendizaje, asesoría, etc.España está en la cola de laUE en cuanto a la asunción de iniciativas como la better regulation, que insta a simplificar las normas y facilitar su cumplimiento.

A pesar de que la producción agrícola, mineral y energética aumenta, también lo hace la demanda de los países emergentes, lo que presiona los precios al alza e impone dificultades adicionales a países importadores como España.

El marco aportado por el euro se mantiene, pero la expectativa inicial que impulsó el crecimiento ha desaparecido. El flujo de nueva inversión extranjera caerá e incluso puede perderse parte de la existente. La pérdida de confianza, interior y exterior, tardará en recobrarse. Con este marco institucional y las pautas de comportamiento expuestas, la recuperación requerirá más esfuerzo y medios de lo que parece creerse.