Otra política, sí. Otro empresariado, también

El veredicto ha sido casi unánime, aunque no es nuevo. La inmensa mayoría de los asistentes a las jornadas anuales del Círculo de Economía han secundado la petición de Simón Pedro Barceló, presidente del Instituto de la Empresa Familiar, y otros próceres: necesitamos otra política, queremos otra manera de hacer que evite la crispación partidista, innecesaria, que mire al medio plazo y no a como mantener los votos en la próximas elecciones, y creemos que es una condición necesaria, aunque no suficiente, para salir de esta profunda crisis.

Me apunto, aunque como decía antes no hay nada nuevo bajo el sol. Ya hace unos 3 o 4 años, siendo Lara su presidente, el Círculo sacó una de sus notas reclamando otra forma de hacer política “más productiva”. Los diferentes sondeos del CIS, del CEO, etc., muestran una creciente desafección de los ciudadanos hacia la “clase” política, un continuado desprestigio. Pero no pasa nada, porque prácticamente no hay alternativa. Pocas cosas resultan más desoladoras que esos debates sobre prácticas corruptas en los que los partidos acaban enzarzándose en mutuas acusaciones, consiguiendo sólo demostrar que todos son culpables.

Y, sin embargo, para que la crítica de los empresarios, con Barceló a la cabeza, tuviera más autoridad, yo echo en falta una cierta autocrítica, porque si bien es cierto que necesitamos otra política, también lo es que necesitamos otro empresariado, menos pendiente de las subvenciones y favores del poder, menos clientelista, más arriesgado y también mejor formado y con más visión a largo plazo. Pero de esto no he oído nada.