Papelón

Papelón. Esto es lo que GM ha hecho representar a Magna en la fallida venta de Opel.

He mantenido desde siempre la opinión que esta venta nos iba a sorprender y así ha sido hasta el último (?) momento. La estrategia de GM ha sido clara desde el principio: desbordada por las deudas, adquirida en un 61% por la Administración norteamericana, sobrepasada por Toyota, agobiada por ver los mejores resultados de Ford y la alianza Chrysler-Fiat… GM necesitaba desesperadamente una inyección de liquidez y decidió desprenderse (?) de Opel. Consiguió el beneplácito del gobierno alemán, quien le facilitó 1500 millones de euros de manera inmediata (y que ahora le reclama), ampliables a 4000 bajo una promesa proteccionista y anti-competencia que ha despertado las iras de la Comisión Europea prometiendo el matenimiento del empleo en las plantas alemanas y cediendo la propiedad a un tercero. En la pugna por quedarse Opel participaron muchos novios (Fiat, BAIC, Magna…) y GM hizo un anuncio de venta al consorcio ruso canadiense Magna-Sverbank-Vaz. Cada uno de estos pipiolos (si me permiten la expresión) quedaron cegados por algo: Magna por la oportunidad de negocio (integración vertical pura), Sverbank por las plusvalías y Vaz por el acceso de barra libre a la tecnología de Opel.

Magna hizo a la perfección el papel del malo de la película a entera satisfacción de la cúpula de GM quien, en su sede de Detroit, debía estar regocijándose de las idas, venidas, batallas y muertos que se generaban en las filas de Magna. Cuando Magna se ha dejado la piel -literalmente- por sacar adelante un plan de viabilidad para la compañía, va GM y nos sorprende a todos (a Magna el primero) diciendo que ahora no vendo, que donde dije digo, digo Diego y que de devolver los 1500 millones adelantados por Alemania ya veremos. 

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