Parados esquiando

La unión monetaria europea, formada por dieciséis países de Europa occidental, ha salido de la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial según la primera estimación difundida por Eurostat. Esta era una recuperación prevista, incluso ha sido por debajo de lo calculado por algunos analistas. Obviamente esta “recuperación” responde en gran medida a las extraordinarias medidas de estímulo fiscal adoptadas durante todo el año, con especial incidencia en las primas a la sustitución de vehículos. Es decir, seguimos con la manía de no rascar, de no buscar bajo la epidermis del asunto manteniendo el mismo análisis superficial que tanto gusta a la fauna nacional.

Dicen los “expertos” que lo peor se ha evitado. Esos son los mismos que deberían de decir también que la salida oficial de la recesión no la notarán ni uno solo de los 400 millones de europeos en como mínimo tres o cuatro años. Se necesita tiempo para recuperar la riqueza y el empleo perdidos desde mediados de 2007. Digamos que sería algo difícil entender que la peor recesión de la zona euro desde la posguerra puede haber terminado con un chorro de dinero estratégicamente inyectado y ya está.

Alguien debería de advertir que, digan lo que digan los “números oficiales”, para muchas personas y empresas las cosas seguirán pareciéndose a una recesión durante unos cuantos años más. El repunte de las exportaciones y la reconstitución de existencias han sido los motores principales de un crecimiento que se desmontará si no remonta el consumo privado. Independientemente de si hemos entrado en un período largo de desmotivación por el consumo, de agotamiento de las compras, lo que si está claro es que, excluyendo las ventas de coches subvencionadas, el gasto familiar y empresarial se reducirá por culpa de la retirada progresiva de incentivos.

Pero en una Europa que irá adaptándose con esfuerzo a ese nuevo escenario, aparece España como vagón de cola. Nos estamos quedando solos en esa tenue salida de la crisis que va ir viviendo Europa. Años y años de endeudamiento, consumo e importaciones y un pinchazo inmobiliario de proporciones bíblicas no pueden llevar a nada bueno. Mantener durante meses un discurso oficial que negaba la realidad… Leer más…