Enamorarse con el independentismo, el libro pasional para Sant Jordi

Adolf Tobeña destaca el poder de seducción del soberanismo en La pasión secesionista y apunta que el movimiento puede ganar

Enamorados con el independentismo. Esteladas en todos los pueblos. Caminantes deseosos de conocer pequeños rincones de Cataluña se encuentran por doquier enormes esteladas, las banderas independentistas, y toman fotografías. El viento sopla y las estaladas ondean, como muestra la imagen que ilustra el artículo. 

Se sienten orgullosos de un movimiento que, con convicción y, desde el poder de un gobierno autonómico, tiene posibilidades de ganar. Es como lo explica el catedrático de Psiquiatría Adolf Tobeña, en La pasión secesionista (ED Libros), una obra en la que reflexiona, desde la psicología social y la neurobiología.

Tobeña sostiene que el soberanismo puede ganar, está enamorado de una idea de país

Las esteladas, precisamente, han sido un gran instrumento del independentismo en los últimos cinco años, desde el inicio del proceso soberanista en 2002, coincidiendo con la Diada del 11 de septiembre. Tobeña detalla distintos experimentos sociales en Israel y en Estados Unidos para señalar que la “permanencia” de banderas fomenta una determinada actitud política e identificación nacional.

A ello le dedica todo un capítulo. “Jamás las banderas tuvieron tanta relevancia como ahora, en la sociedad tecnológica donde rige una competición incesante por señorear el espacio publicitario”, asegura Tobeña, y recuerda que eso se ha trasladado al conjunto de las sociedades modernas: “Hay que tener en cuenta que todas las grandes empresas han procurado crear sus banderas y estandartes para que ondeen y pregonen territorio desde las sedes mayores hasta las sucursales y delegaciones más remotas”.

El movimiento independentista ha sido impulsado, a juicio de Tobeña, por unas elites políticas y sociales que han logrado la respuesta de miles y miles de personas, seducidas con la posibilidad de crear un nuevo país idílico, con nuevas formas y relaciones. El soberanismo, por tanto, no ha sufrido ningún mal “psicótico”.

No se trata de una “locura” colectiva, sino de un fenómeno “gregario” que se ha aprovechado de algunas circunstancias como la situación económica muy negativa de España en los peores años de la crisis. El movimiento tiene que ver “con la competición intergrupal”, según Tobeña.

La fuerza de instituciones como el Barça es determinante en el proyecto independentista

Es decir, muchos miles de catalanes “se han enamorado”. Están enamorados de “forma biológica” con ese posible nuevo país. Otra cosa es cómo se ha conducido, y cómo las elites políticas lo aprovechan para conservar o lograr el poder.

Entonces, ¿qué ocurre? Esos caminantes que se encuentran con esteladas, que se reafirman en sus identidades, pueden potenciar ese sentimiento, “racional”, si otros fenómenos paralelos también cobran fuerza.

Por ejemplo, la potencia de un equipo de fútbol, como el F.C.Barcelona, y el liderazgo de alguien como el entrenador Josep Guardiola, ahora en el Manchester City, ha sido fundamental para que el movimiento haya logrado consistencia y autoestima. El peligro es que un equipo puede tener también horas bajas, y repercutir en el estado de ánimo de toda una sociedad.

Tobeña se explica: “El Barça FC no es Cataluña, no recoge ni por asomo la variedad de personas, grupos, iniciativas o empresas que palpitan en el seno de la sociedad catalana, pero supone un concentrado de sus vectores principales y, sobre todo, la representa ante el mundo. Es la institución más señera y relevante del país. La única multinacional verdaderamente importante. La única marca con resonancia global indiscutible”.

Las esteladas actúan como publicidad permanente en todos los rincones del territorio

Y lo que ocurrió, en los últimos años, también a través de directivos y profesionales ligados al club, como Joan Laporta, es que se dio “una coincidencia total entre la época de triunfos avasalladores del primer equipo de fútbol y su preeminencia a nivel mundial, con el intenso corrimiento de la entidad desde posiciones con un sello de catalanismo moderado y un punto folclórico, hacia manifestaciones y actuaciones cada vez más decididamente secesionistas”.

Esas cuestiones las aborda Tobeña trufadas con experimentos sociales, estudios científicos y realidades comparadas. El autor considera que lo que ocurre en Cataluña, para un neurobiólogo, es sensacional, aunque no se quiera recurrir a la psicología para estudiar cuestiones sociales o políticas.

Es el libro pasional para Sant Jordi. Tobeña recuerda que, con ayudas o no, con impulsos políticos o no, movimientos de este tipo tienen posibilidades de ganar.