Por fin, signos alentadores en la economía
El ambiente depresivo que arrastra la economía desde 2008 se está atemperando de unos meses a esta parte. Algunos indicadores ya no están en estado de coma. Una golondrina no hace verano, pero una bandada podría ser el preludio del fin de la recesión. Otra cosa muy distinta, empero, es que sobrevenga el ansiado despegue que todos esperan.
Veamos unos cuantos ejemplos, espigados al azar, entre las noticias de esta semana. Dejo al margen las triunfalistas declaraciones de los políticos, sean del signo que sean, que llevan pregonando los brotes verdes desde el minuto cero de la crisis. Además, es ocioso dar crédito a los miembros de la insaciable y avasalladora casta dirigente. Muchos de ellos suelen mentir como bellacos, día y noche, minuto tras minuto. Que digan la verdad, aunque sea por equivocación, es como pedir peras al olmo.
Ocurre que la mayoría de las instituciones, organismos internacionales y otros centros de análisis que emiten previsiones sobre España ya pronostican números negros para nuestro Producto Interior Bruto de 2014. En algunos casos muy escuálidos, pero números negros al fin y al cabo. Incluso el siempre timorato Banco de España avanza que en la segunda mitad de este año “podrían” registrarse algunos progresos.
También apuntan signos de alivio en el postrado sector inmobiliario. Los precios y las ventas siguen cayendo todavía, pero se han esfumado los aparatosos desplomes de años anteriores y parece que el grueso del ajuste ya se ha alcanzado. En este ramo, las estadísticas que se divulgan son incompletas y de escasa fiabilidad, y no se sabe a ciencia cierta cuánto ha flexionado en verdad el valor de los pisos. El Instituto Nacional de Estadística facilita unas cifras y los notarios y registradores otras. A su vez, las firmas intermediarias marchan a su propio aire y cada una confecciona la suya. En su mayoría citan recortes del orden del 35% al 40%, pero otras lo elevan nada menos que hasta el 70%.
Por otra parte, el declive no es territorialmente homogéneo, ya que las cotizaciones han descendido a menor velocidad en las grandes capitales, sobre todo Barcelona y Madrid, mientras que determinadas zonas costeras o del interior han experimentado hundimientos devastadores. En todo caso, el severo recorte experimentado parece que empieza a animar el mercado. Son ya varios los grandes fondos inversores de cuño anglosajón que revolotean por los escombros del solar celtibérico en busca de gangas a las que hincar el diente.
A este tipo de entidades se las moteja de buitres, porque acostumbran a hacer acto de presencia con ofertas de derribo cuando el cadáver ya despide un intenso hedor. Pero como los bancos y el banco malo Sareb andan enloquecidos en busca de compradores, más pronto que tarde empezarán a anudarse operaciones de importe creciente. Los entes de inversión colectiva disparan contra todo lo que se mueva, pero en particular han puesto sus ojos en las filiales de los bancos dedicadas a la gestión de sus activos inmobiliarios.
Del negro al gris
Ítem más. En un despacho de abogados de Barcelona comentaban esta semana que tienen el mandato de unos ahorradores holandeses para invertir fuertes sumas en la adquisición de edificios en Barcelona, pues abrigan la impresión de que el ladrillo español ha tocado fondo e intuyen que ya es el momento de tomar posiciones. Es de prever que el sector viva todavía alguna fase de ajuste adicional, pero si se va propalando que los precios difícilmente bajarán más, las ventas tenderán indefectiblemente a robustecerse.
Otro botón de muestra. Daniel Altimiras, presidente de la Asociación Catalana de Empresas Matriceras y Moldistas, explicaba el jueves en Economía Digital que las compañías de su especialidad atravesaron una fase de fuerte retroceso hasta 2011, pero desde entonces la demanda presenta un auge sostenido. “Históricamente –declaraba Altimiras–, las empresas matriceras anticipamos la salida de las crisis. Ahora mismo estamos construyendo los moldes que luego se instalarán en las líneas de producción de las fábricas, en particular las de automóviles. Si ahora se intensifican los encargos de moldes, eso quiere decir que también se augura un alza enérgica para la producción de los modelos de coches que van a salir de las cadenas de montaje en los años venideros”.
Así mismo, en el mercado laboral es creencia común que el deterioro ya no irá mucho más allá. Es probable que en el tramo postrero del año se registren alzas del paro por el final de la campaña turística, pero ya no acaecerán destrucciones masivas de puestos de trabajo como hemos estado sufriendo hasta ahora. Con todo, los más de seis millones de desocupados constituyen una herencia envenenada de la que no nos libraremos por completo hasta dentro de varios años o quizás lustros. Levantar una empresa desde cero cuesta Dios y ayuda, y dilatados periodos de ímprobos esfuerzos. En cambio, aniquilarla es cuestión de días o, incluso, de horas.
Por último, cabe citar la bolsa. En diciembre de 2007 llegó al máximo de 15.812 puntos. Después capotó y se fue desmoronando hasta despeñarse en junio a la cota de los 7.530 puntos. Pero en julio y agosto empezó a remontar y en lo que va de septiembre ha ganado nada menos que mil puntos. Gracias a este empujón, el balance desde primero de enero es ampliamente positivo y arroja una revalorización del 13%.
En definitiva, por vez primera desde 2008 las noticias ya no lucen un color negro azabache, sino que invitan a la esperanza. Que dure la racha.