¿Por qué no sube el consumo cultural?

La cultura debe volver a considerarse como un asunto público de máxima importancia, tanto a nivel educativo como comercial

Aunque se pronosticaba una caída inmediata de la economía catalana a raíz de los acontecimientos políticos que hemos vivido, la realidad demuestra que, a corto plazo, el impacto de la crisis ha sido pequeño.

El paro desciende por encima de la media estatal, las inversiones extranjeras no se han reducido, las exportaciones siguen a buen ritmo y la tasa de ahorro familiar crece.

Obviamente no sabemos qué ocurrirá a medio y largo plazo, ni cuales serán los efectos del cambio de ubicación fiscal de muchas de las grandes empresas del país.

El comportamiento general de la economía catalana no explica la rigidez del mercado cultural

A estas alturas es difícil determinar si la dedicación preferencial de la Fundación de la Caixa a la vida cultural catalana se modificará a medio plazo una vez trasladada la sede fiscal de Caixabank a Valencia o si la política de Planeta hacia la edición en catalán perderá intensidad en los próximos años.

Tampoco sabemos si alguna de las empresas migradas volverá  a Cataluña o si aparecerán otras que compitan con ellas en relevancia sectorial.

La realidad es que la buena economía explica las cosas una vez han sucedido para proponernos un determinado marco de actuación futura que será de nuevo analizado una vez haya sucedido.

El comportamiento general de la economía catalana, sin embargo, no explica determinados fenómenos sectoriales y en especial el que afecta la continuada rigidez del mercado cultural cuyo consumo no parece evolucionar acorde a los indicadores generales de nuestra economía.

Cultura en estado crítico

nte deDesde que el Partido Popular subió el IVA en septiembre del año 2012, el consumo de la cultura en vivo se ha comportado de manera errática sin lograr corregir de manera definitiva la brutal bajada que supuso aquel error histórico.

Casi 6 años después y solucionado el problema, la música en directo, el teatro y el cine todavía están en cifras inferiores a las del año 2012.

Aunque esporádicamente se vislumbren momentos de crecimiento estable, cualquier desbarajuste sociopolítico pone a prueba la fragilidad de sus mercados provocando recesiones inmediatas.

Hay diversas teorías para explicar este comportamiento inestable, aunque ninguna de ellas parezca suficientemente sólida para aventurar una solución definitiva.

La suma de muchas causas interconectadas explica una parte del problema en la industria

Pudiera ser que en los últimos años haya decaído la calidad de las producciones artísticas y consecuentemente su atractivo comercial.

Pudiera ser que la percepción del precio de la cultura se haya customizado a la alza.

Pudiera ser que el consumo cultural domestico a través de las múltiples plataformas que han aparecido en los últimos años se haya consolidado.

Pudiera ser que la diversificación del mercado cultural, con muchas propuestas alternativas, genere una mayor atomización del consumo.

Todas estas posibilidades son reales, pero no explican de manera clara la irregularidad del consumo cultural en Barcelona.

Quizá la suma de ellas, en la medida que están fuertemente interconectadas, explique una parte del problema, pero no lo aclara definitivamente.

El prestigio cultural

Es curioso, además, que el comportamiento errático del consumo cultural aparezca en el momento en el que las técnicas de márqueting son más precisas y la accesibilidad para comprar entradas con infinidad de descuentos mayor.

Soy de la opinión que el problema es de naturaleza psicológica.

Creo que el consumo cultural exigente y de calidad ha perdido prestigio como factor diferenciador y que  los mensajes políticos dominantes tienden a menospreciarlo como un vector de progresión social porque se sienten cómodos con el “pret a porter” comercial.

El retorno socialdemócrata debería devolver a la cultura un auténtico sentido de Estado

Por eso los empresarios arriesgan menos, las propuestas alternativas y minoritarias crecen y el consumo doméstico se consolida sin apenas conexiones con los escenarios sociales de la cultura.

El cambio político

La etapa de gobierno del Partido Popular diluyó el peso de la política cultural considerando que no era necesaria en un sector que tiene un potencial de crecimiento comercial elevado y al otro lado de la balanza, las nuevas izquierdas, solo consideran la cultura como un factor educativo y de activismo político.

El retorno socialdemócrata a la centralidad de las políticas públicas debería atemperar uno y otro discurso devolviéndole a la cultura un auténtico sentido de Estado.

Quisiera recordar que en países como Francia o Alemania el presupuesto cultural también se ha reducido.

Aun así, la cultura sigue estando considerada como un asunto público de la máxima importancia.

Valga la redundancia, pero la gestión de la cultura es en ultima instancia una cuestión de cultura.