¿Por qué se produjo el golpe en Cataluña? ¿Quién condenó a Junqueras?

¿Qué ha ocurrido en Cataluña? El pueblo independentista se ha autoorganizado en un grupo para "seguir al pez que va delante"

Desde Aristóteles a los postempiristas, la analogía ha sido un modo de acceder al “conocimiento” por inducción. Ahí está el Kepler que discernió el orden elíptico del sistema solar por analogía o la psicología cognitiva que explica el funcionamiento de la mente inspirándose en el ordenador.

La analogía no tiene —en materia científica— la última palabra, pero sí nos da pistas. En Cataluña, sin ir más lejos. ¿Por qué se produjo el golpe a la democracia en Cataluña? ¿Quién condenó a Oriol Junqueras y sus camaradas?

La teoría de las catástrofes o teoría del caos —formulada por los matemáticos René Thom y Christopher Zeeman—, así como las denominadas ciencias de la complejidad —lógica no clásica, ciencia de redes, termodinámica del no equilibrio o teoría de los fractales—, sirven para responder —por analogía— a las dos preguntas formuladas.

¿Por qué se produjo el golpe a la democracia en Cataluña?

La teoría de las catástrofes o teoría del caos tiene por objeto hacer comprensibles los cambios aparecidos en sistemas aparentemente estables. Con el tiempo, dicha teoría, pensada para ser aplicada a la matemática y la física, extendió su campo a la arquitectura, la economía, la criminología, la biología, la sociología y la psicología.

René Thom y Christopher Zeeman lo ejemplifican con dos casos sencillos. ¿Por qué el agua líquida se transforma en hielo? ¿Por qué en las prisiones se producen motines? Por el cambio súbito de temperatura y clima social.

Más difícil resulta responder a otras cuestiones: ¿por qué se hunde un puente?, ¿por qué surge un terremoto?, ¿por qué entra en erupción un volcán?, ¿por qué se hunde la bolsa?, ¿por qué se produjo el golpe en Cataluña? o ¿quién condenó a Junqueras?

Nuestra primera pregunta: ¿por qué en un sistema aparentemente estable como el Estado autonómico español se ejecuta un golpe a la democracia? Ello ocurriría, siguiendo a nuestros matemáticos, gracias a 1) una discontinuidad del comportamiento, 2) una pequeña divergencia que se traduce en gran divergencia, y 3) un proceso de histéresis.

De la teoría a la práctica, el golpe a la democracia en Cataluña obedecería a la deslealtad del nacionalismo catalán que rompe con la legalidad democrática nacional e internacional así como con el Estado de derecho, y a una victimización de toda índole que se transforma paulatinamente en un casus belli que todo lo contamina.

A Junqueras y sus camaradas les condujo el pueblo al que ellos habían movilizado y comprometido

A ello que hay que añadir —decíamos— la histéresis —la evolución al estado inicial de un material— que hace inviable la vuelta del “proceso” —de ahí, el golpe y sus consecuencias— al punto de salida. Me explico.

En el caso de Cataluña, se trataría de un proceso de triple histéresis: 1) la histéresis magnética que atrae a los elementos —lean los efectivos independentistas— en una misma dirección y sentido hasta la catástrofe o el caos final, 2) la histéresis clásica según la cual cuando una varilla se calienta más de la cuenta —lean el “proceso”— acaba derritiéndose, y 3) la histéresis política y social que anuncia la quiebra encolerizada y violenta del “proceso” caso de volver al inicio.

¿Quién condenó a Junqueras y sus camaradas?

La segunda pregunta por responder: ¿quién condenó a Junqueras y sus camaradas? Sí, fue el Tribunal Supremo quien los encontró culpables del delito de sedición en concurso medial con un delito de malversación, agravado por razón de su cuantía.

Pero, la cuestión es otra: ¿acaso Junqueras y sus camaradas —más allá de su voluntad— no fueron conducidos, de facto, a la comisión del delito que posteriormente sentenció el Tribunal Supremo? Afirmativo. La cuestión en sí: ¿quién les condujo? El pueblo al que ellos habían movilizado y comprometido.

Ese precursor de las ciencias de la complejidad que fue W.R. Ashby, en Una introducción a la cibernética (1963), formuló la ley que lleva su nombre. Según la ley de Ashby, cuando aumenta la incertidumbre del entorno de un determinado sistema, dicho sistema sólo puede mantener la estabilidad afirmando su complejidad e incrementando su capacidad de protección y respuesta frente a la desestabilización que proviene del entorno.

Esta ley, enunciada para estabilizar los sistemas cibernéticos, resulta útil —otra vez la analogía— para interpretar lo que finalmente ocurrió con el “proceso”, sus dirigentes y sus bases.

He aquí la analogía en cuatro tiempos: 1) el “proceso” aumenta la incertidumbre —deslealtad institucional e incumplimiento sistemático de las resoluciones de los altos tribunales— del Estado; 2) el Estado concluye que solo puede mantener la estabilidad haciendo cumplir la ley; 3) el independentismo cree que únicamente el desafío y la desobediencia pueden hacer realidad su proyecto; 4) para ello el pueblo exige el sacrificio de la dirigencia que lo ha movilizado y comprometido.

¿Qué ha ocurrido en Cataluña? El pueblo independentista, a la manera de la swarm intelligence —la inteligencia del enjambre que manifiestan “peces, pájaros, abejas, hormigas y humanos”— que teoriza el científico Len Fischer en The Perfect Swarm: The Science of Complexity in Everyday Life (2009), se ha autoorganizado en un grupo para “seguir al pez que va delante”, esté donde esté.

La sentencia condenatoria de Junqueras la avanzó un pueblo tan fanatizado como sus dirigentes

Esta suerte de liderazgo sin líderes y estrategas sin estrategia —la masa que toma la calle empujada por la retórica independentista y lo sermones que anuncian la República Catalana previa celebración de un referéndum de autodeterminación al cual el pueblo catalán tendría el derecho inalienable— es la que ha conducido a la dirigencia independentista al Tribunal Supremo.

La sentencia condenatoria de Junqueras y sus compañeros la dictó, sí, el Supremo. Pero la avanzó un pueblo tan fanatizado como sus dirigentes. ¿Tan culpables los unos como los otros? ¿Un “proceso” y un proceso de autodestrucción primaria freudiana que se traduce en un sentimiento de culpabilidad que necesita del castigo? Los más pragmáticos concluirán que se trata del previsible resultado de un mal calculado desafío al Estado de derecho y la legalidad democrática.

Alcuino de York —teólogo, gramático, matemático, pedagogo y erudito inglés del siglo VIII—, en una célebre carta dirigida a Carlomagno, escribió lo siguiente: “Y no debería escucharse a los que suelen decir que la voz del pueblo es la voz de Dios, pues la algarabía de la plebe está cerca de la locura”.

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