Preservar a Iniciativa per Catalunya Verds
En todas las esferas de la vida hay aspectos que por su singular interés habría que preservar. Creo que en el campo de la actual política catalana, ICV es una opción política que habría que preservar por parte de la ciudadanía.
La historia de ICV es parte de su importancia y es demostrativa de su capacidad de adaptación a las nuevas realidades y a un proceso continuado de modernización. IC nace en 1987 de las brasas aún encendidas de la destrucción interna del histórico PSUC.
IC, y posteriormente ya ICV, asume la mejor herencia del PSUC como partido nacional y de clase. Partido que defiende de forma indisociable los intereses sociales y nacionales de las clases trabajadoras de Cataluña. El PSUC creó un pensamiento hegemónico que ha durado mucho tiempo en la sociedad catalana, especialmente en tiempo de la dictadura y la transición.
Pensamiento que en muchos de sus aspectos, especialmente en el de la identificación de «Cataluña un solo pueblo» o «es catalán quién vive y trabaja en Cataluña» se han mantenido firmes hasta hace muy poco, como identificación de la unidad civil de la sociedad por encima de diferencias de origen o de lengua.
A esta herencia, y también a la idea básica de buscar la unidad de las izquierdas, ICV adaptó y modernizó el partido mediante cambios internos como el abandono del «centralismo democrático» y la adopción de formas de democracia participativa con pleno respeto al pluralismo interno.
En el ámbito estratégico ICV se abrió al ecosocialismo y al feminismo como aspectos básicos en su definición política. A la vez, el partido ha efectuado un tránsito ordenado y con plena cohesión en el caso de los cambios de dirección desde Rafel Ribó a Joan Saura, y de éste a Joan Herrera, y finalmente a la innovadora fórmula de coordinación compartida entre Dolors Camats y Joan Herrera. Hay que añadir también que todos sus máximos responsables han sido excelentes parlamentarios.
En su lucha por la unidad de la izquierda, ICV consiguió a partir del 2000 una forma permanente de coalición electoral con EUiA, el referente de IU en Cataluña. En el 2003 la coalición de ICV-EUiA forma parte del pacto de Gobierno Tripartito de Izquierdas, con PSC y ERC, que rompe con la hegemonía de CiU en Cataluña. Posiblemente la gente de ICV y la de EUiA son las que con más claridad han defendido la existencia y la actuación de los gobiernos plurales hasta la actualmente.
En la X Asamblea de ICV se acuerda intentar la confluencia con otras fuerzas y movimientos para conseguir incrementar el espacio de la izquierda alternativa y transformadora en Cataluña, más allá de la propia coalición de ICV-EUiA.
Es por esto que en el actual ciclo electoral, la formación ha apostado, con toda su energía y con una amplia generosidad, por crear espacios de confluencia con nuevas fuerzas en el ámbito de las elecciones municipales, autonómicas y ahora en las estatales (en el ámbito de Cataluña).
Y decimos con generosidad porque ICV, a pesar de ser un partido ya implantado, no ha pretendido nunca monopolizar los procesos de confluencia. Al contrario. Se ha implicado en recursos, cuadros y esfuerzos propios de una organización ya implantada, llegando donde las nuevas fuerzas no podían hacerlo por ellas mismas.
No hay duda que esto ha tenido, para ICV como organización, desde costes económicos por la reducción de cargos institucionales propios en ámbitos municipales como en el Parlamento de Cataluña, a la propia pérdida de peso propio dentro de las instituciones, a pesar de que las opciones que han confluido conjuntamente hayan mejorado o mantenido en conjunto las que tenía la formación por sí misma.
E incluso ha sacrificado a sus mejores activos para garantizar la confluencia, como ha sido el caso de Ricard Gomà en el Ayuntamiento de Barcelona; o de los propios coordinadores Generales de ICV, Joan Herrera y Dolors Camats, al dar un paso atrás y no participar en las listas ni al Parlamento, ni en el Congreso de los Diputados, en un gesto quizás excesivo de voluntad de unitaria.
Creo que en algún momento, pasada la novedad de su irrupción estos nuevos sujetos, tendrían que reflexionar en cuanto al comportamiento de ICV. La razón es muy sencilla, el partido estaba preparado políticamente para abrirse a las confluencias de progreso, entre otros motivos porque ya tenía renovada su organización y su proyecto.
Por ejemplo, hace ya tiempo que hacía primarias para escoger sus candidatos; tiene establecida la limitación de mandatos; nunca ha tenido condonaciones de sus créditos bancarios y ha apostado por créditos directos de sus militantes; y porque ya ha hecho desde su situación minoritaria una política radical contra la derecha monopolista y contra las corrupciones diversas, sólo hay que echar mano de las hemerotecas.
Pocas cosas le pueden impresionar a ICV de las nuevas organizaciones, pero a estas quizás sí les convendría conocer cómo ha funcionado una organización de izquierda alternativa alejada del populismo, con cuadros formados en la vida municipal, asociativa y sindical. Y como decía un militante de ICV «es bueno que los nuevos partidos sean honrados, pero que esté un viejo partido como el PSUC-ICV todavía es mejor».
Hay que esperar que las otras fuerzas confluyentes en los diversos procesos con ICV aprovechen para formarse en la experiencia de quien siempre se ha definido y ha sido un partido de «lucha y gobierno», actuando en las calles y en las instituciones. Hay que esperar que no caigan en la tentación negativa de utilizar la alianza y el compromiso de ICV para tratar de sustituirla o intentar anularla en su función de referente de la izquierda alternativa catalana.
No es ningún secreto que los diferentes procesos de confluencia como «Barcelona en comú», «Catalunya Sí Que Es Pot» y el último «En comú Podem» ha significado una cierta desazón en la militancia de ICV, que vive con un cierto malestar en su orgullo de organización problemas como el de la invisibililització de sus señas de identificación: como propuestas políticas, identificación de sus siglas o de sus máximos dirigentes.
Esta es sin duda una situación que habrá que resolver por todos los participantes en las confluencias en un próximo futuro, una vez que las nuevas organizaciones hayan madurado en su práctica política.
Por tradición, por experiencia, por capacidad de propuesta y por la calidad de sus cuadros ICV puede subsistir, y quizás multiplicarse con una confluencia con otras fuerzas que busquen los mismos objetivos transformadores, pero, en todo caso y cómo ha demostrado en el pasado, es capaz de subsistir y reconstruirse en solitario en las peores situaciones.