¡Que viene el lobo, que viene el lobo! …y, esta vez sí, el lobo llegó

Las encuestas no fallaron. O, al menos, no lo hicieron tanto como nos tenían acostumbrados. Anunciaban un vuelco en el mapa municipal y se ha producido. Todavía más, ese relevo no va a ser entre los dos grandes partidos que hasta ahora han gobernado el país. Las fuerzas alternativas que se presentaban con el propósito de cambiar las actuales instituciones y variar radicalmente el rumbo de la política han obtenido unos magníficos resultados y van a ser decisivas, cuando no directamente van a tomar el mando. 

Madrid, Barcelona –las dos grandes capitales españolas–, A Coruña, tal vez Valencia… pueden caer en manos de Manuela Carmena, de Ada Colau… de los hombres y mujeres que han liderado las candidaturas impulsadas por Podemos o movimientos de un corte ideológico muy parecido. Ciudadanos, por su parte, ya es algo más que una brillante expectativa reflejada en decenas de encuestas. Desde hoy, el partido de Albert Rivera está presente en cientos de municipios, prácticamente en los más importantes, y en muchos tiene la llave de la gobernabilidad.

Los partidos tradicionales han perdido claramente la batalla. De forma rotunda, el PP. Con dos millones trescientos mil votantes más en estas elecciones, los populares han perdido unos tres millones de votos y han pasado del 37,54 al 26,73%. Casi 11 puntos. Una barbaridad. El mensaje de Rajoy, tal y como pasara en las europeas y en las andaluzas, se ha revelado inoperante, gastado. En Cataluña, especialmente.

Pedro Sánchez, sin embargo, puede respirar algo. Aunque pierde algo más de un millón de votos, apenas dos puntos y medio, siempre va a poder compararse con su principal rival en la política española hasta hoy: el presidente del gobierno, Mariano Rajoy. Si negocia con habilidad podrá estar en el gobierno de importantes ayuntamientos. Y si, además, sabe explicarlo a sus electores y extraer las oportunas lecciones, puede tener más recorrido del que le aventuraba su oponente popular.

Ciudadanos ha confirmado los buenos pronósticos. Se ha convertido en la tercera fuerza política española con casi un millón y medio de votos, unos mil quinientos concejales y mayoría absoluta o relativa en casi 70 consistorios. Como decíamos antes, Rivera tiene además en sus manos la gobernabilidad de municipios muy importantes.

Casi como en el cuento en el que un niño mentiroso atemorizaba a sus vecinos anunciándoles, falsamente, que venía el lobo hasta que una vez vino de verdad el animal y entonces ya no consiguió que nadie corriera en su ayuda, pensando todos que se trataba de la misma mentira que había gritado otras veces, el lobo de las encuestas ha llegado, se ha zampado una buena parte de los votantes de los partidos tradicionales y se ha sentado en buena parte de sus poltronas. Ahora toca lidiar con una situación nueva y con riesgos no menores. Es lo que hay.