¿Quién teme a la estabilidad política?

Temen a la estabilidad política aquellos que creen que sólo aporta inmovilidad y mantenimiento del Status Quo. Temen a la estabilidad política la coalición de Podemos e Izquierda Unida, los partidos independentistas y los movimientos sociales acuciados por la constatación de que la desigualdad social crece, partidos como la CUP que ven en la ruptura institucional el principio de todo. Quien no la teme son partidos como el PP, que se considera a sí mismo el factor indispensable para preservarla, PSOE y Ciudadanos.

La estabilidad en sí misma no nos informa de nada. Uno puede ser un defensor de la estabilidad y propiciar, con su actitud, que se precipite el cambio que se quería evitar. Y también puede ocurrir que, en la búsqueda por romper la estabilidad, no llegue nunca a existir dada la radicalidad de los métodos utilizados para destruirla.

Una parte de la izquierda que pretende combatir la estabilidad, lo hace sobre la consideración de que ésta perpetúa el sistema. Para alguno de estos actores políticos, abonados al cambio, el Estado y sus instituciones están colapsados. Incluso consideran que el Estado está sustituyendo a la sociedad y, consecuentemente, debe ser combatido.

Combatir lo existente seduce más que preservarlo. La estabilidad para unos es sinónimo de continuidad, solidez, garantías y progreso, mientras para otros implica desigualdad, pobreza, apoyo a los más ricos y retraso.

La campaña política va a situar la dicotomía «estabilidad versus ruptura»  como uno de los ejes políticos de la contienda electoral del PP. Mientras que Podemos se concentrará en reflejar que la solución a todos nuestros problemas debe concentrarse en propiciar el  «cambio versus mantenimiento de los privilegios de la casta política».

Una disputa por los votos que va a convertir a la estabilidad política necesaria para crear un escenario que permita avanzar en las imprescindibles reformas en un término minado, que unos y otros se van a encargar de hacer explotar. Para muchos ciudadanos, la apuesta del PP en pro de la estabilidad se basa más en atizar el miedo al cambio que pueda venir de la izquierda más radical que en ofrecer una propuesta política de fondo.

Para otros, el cambio propuesto por Podemos e Izquierda Unida es una amenaza real para mantener la estabilidad, al mismo tiempo que no garantiza que los cambios propuestos se puedan producir.

En todo caso, deben saber, tanto la izquierda como la derecha, que la estabilidad política que cuestionan o defienden radicalmente es imprescindible para que sus proyectos políticos surtan efecto. Sin la estabilidad política necesaria no será posible avanzar en consensos que permitan reevaluarla para dar respuesta a los problemas.

Hoy debemos buscar la estabilidad promoviendo políticas para reconducir la desigualdad económica, leyes que combatan la corrupción, reformas que abran el debate sobre España como realidad plurinacional, garantizar las pensiones y evitar un nuevo plan de austeridad basado en castigar a la cada vez más menguada clase media. En definitiva, para mantener la estabilidad se necesitan cambios.