Razones y sinrazones de la venta de NCG

La de Banesco no era ni mucho menos la solución soñada desde San Caetano en los últimos meses ni la planeada por José María Castellano desde hace años. Conviene tenerlo en cuenta. Sin llegar a ser una opción de last minute, comenzó a cobrar todo el sentido cuando el campo de juego estaba convenientemente embarrado, y una de las primeras amenazas que deberíamos tener en cuenta en el proceso de venta de NCG, la de la pérdida de puestos de trabajo por cientos o miles, estaba sobre la mesa de los grandes bancos de este país. Y ese mensaje caló desde el minuto uno en la sociedad gallega por una razón muy sencilla: demasiadas operaciones recientes de compra, ya sea de una entidad financiera o una empresa, han tenido o tienen nefastos resultados laborales en Galicia, por duplicidades, solapamientos y supresiones de sedes.

Una absorción en toda regla, con la de del Pastor por el Popular, por mucha guinda que se le quiera poner ahora a la marca, es otro precedente reciente que no sumaba absolutamente nada en favor de una opción española, procediese de donde procediese. Desde 2010, la plantilla de Novagalicia merma a razón de casi unos mil trabajadores por año. El dato debería bastar por sí mismo para valorar, al menos desde el prisma social, la única opción que promete el mantenimiento del empleo.

Por eso conviene tomar como acto de fe las palabras de Escotet, el presidente de Banesco, que apuntan a eso, a mantener empleo y centro de decisión aquí. No es el momento de bajar la guardia. Todo lo contrario. Su opción se ha concretado hasta ahora con los mil millones que abonará por la resultante de la malograda fusión de las cajas, pero tendrá que hilar muy fino para convencer con un plan estratégico que es clave para la supervivencia del banco tal y como lo conocemos en ese momento.

Sin embargo, Escotet ha aplicado todo el sentido común en su aterrizaje en el Etcheverría, que hasta hace un año era el bonsai de la banca española. Y eso, hablando otra vez de precedentes, es positivo. Se sienta en consejo en calidad de vicepresidente, y deja hacer al equipo. Dicho esto, ¿podrá retener la presidencia un ejecutivo como José María Castellano que lleva años jugando todo al negro de Guggenheim y los fondos y le ha salido el blanco de Banesco en la operación? Es un motivo de peso para pensárselo.

También resulta difícil sustraerse a los parámetros que marca el más que cierto pulso político entre Madrid y Santiago, como apunta Feijóo para defender neutralidades, si repasamos simplemente la reestructuración del sector financiero español. ¿Qué habría sido de gran parte de nuestros ilustres banqueros y cajas quebradas sin la política, y las ayudas públicas que emanan de esas decisiones, se cocinen en Madrid o Bruselas?

¿Y por qué se llevó la subasta el grupo venezolano? Arriesgó más. Con dinero y sin red, algo que deja perplejos a los ejecutivos de la competencia escrutadas las tripas de NCG. Pero su propuesta encajaba a la perfección en el objetivo del FROB de obtener el máximo por la entidad. Ese salto para comerse NCG sin colchones ni blindajes adicionales como un esquema de protección de activos ante eventuales quebrantos, que ha resultado decisivo para resolver la subasta a favor de Banesco, puede volverse en contra del propio grupo venezolano al ritmo que marcan las hojas del calendario. El mismo día que firma la venta, el Banco de España ya advierte de ello. Mal asunto.