¿Sacyr en Panamá? ¡Cambiemos los concursos públicos!

Las empresas constructoras españolas son de las más potentes en el mundo. Ya tienen más de la mitad de su cartera fuera de España. Desde Fortaleza (Acciona), pasando por La Meca (ACS), Riad (FCC), Londres (Ferrovial), Chile, La Meca, Nueva York (OHL), Panamá (Sacyr), nuestras constructoras se han internacionalizado a consecuencia de la gran crisis de la construcción en España. Y a que el Ministerio de Fomento ya no licita.

El sistema de obtención de obras se llama «concurso público». La costumbre en España ha hecho que las compañías, todas en general, ofertaran a un precio y plazo de ejecución por debajo del objetivo de la licitación. Todos lo tenían claro. Empezando por el licitador. Todos sabían que algunas ofertas se hacían en «baja temeraria», es decir, el 20% por debajo de la media de las ofertas que acudían al concurso. Ninguna de las concursantes impugnaba la adjudicación en el inicio.

Todos, unos y otros sabían que, a lo largo de la ejecución del proyecto se iban a producir los famosos «modificados o reformados», más o menos justificados, debidos a defectos de proyecto: geología, materiales, imprevistos, lluvias etc. Todos sabían, Administración y empresas adjudicatarias, que lo importante era, no tanto que la obra se hiciera de manera impecable, que casi todas las constructoras las realizaban a precios similares, sino la discusión posterior, con la obra en marcha, para hacer subir el precio de la obra.

El beneficio estaba en saber negociar. En el poder y fortaleza de las dos partes. Si el proceso era continuo, como hasta la crisis en España, entonces las constructoras no podían presionar demasiado hasta la suspensión (como ha sucedido en Panamá), pensando que la Administración podía tomar represalias en obras posteriores.

Conflictos los ha habido y todavía aparecen en los periódicos, como la construcción del nuevo hospital de Sant Pau, o la adjudicación de Aguas del Ter Llobregat. Y más reciente el AVE a Extremadura. En las obras más complejas, o que se han empezado «sin planos», como la línea 9 del metro de Barcelona, se admitían tácitamente sobre costes razonables del 10%.

Este ha sido un sistema que ha permitido la creación de un gran sector recientemente internacionalizado, que es, en general, más amable relativamente que las empresas chinas, las cuales se traen todo el personal de China y no emplean mano de obra local.

El sistema de contratación pública en España ha funcionado a costa del encarecimiento de la obra pública, y con sospechas periódicas de corrupción (basuras de Toledo). Cuando estas prácticas se trasladan al exterior el conflicto es mucho mayor. El caso de Sacyr en Panamá es muy grave por distintos motivos.

En primer lugar porque el sobrecoste que se pretende reclamar es del 50%, unos 1200M€. Sacyr ganó el concurso de las obras del nuevo Canal de Panamá, ofreciendo 3.118M$, contra los 4.200M$ de Betchel, y los 5.280M$ del grupo español ACS y otros.

Ya se dijo, en el momento de la adjudicación, que «era imposible, que no daba ni para el cemento» la oferta de Sacyr (Betchel). Sacyr, además, ha cometido otros errores. No comunicó hasta el 26 de diciembre a la CNMV que tenía problemas en la obra del Canal. Que la Autoridad panameña no le reconocía los reformados.

Dada la envergadura del conflicto el Gobierno español – que vía CESCE tiene, en parte, contraavalada la obra– se ha involucrado, intentando encontrar alguna solución salomónica. ¿Defenderá la posición de Sacyr por encima de cualquier otra consideración? ¿Lo hará en los otros casos de conflicto internacional como podría ser el AVE de Medina-La Meca, con reclamaciones pendientes de unos 700M€? ¿O en el túnel Figueres-Perpignan con 350M€? ¿Es esta nueva diplomacia económica el nuevo modelo de competencia internacional? ¿En qué grado afectan estos conflictos a la imagen de España y sus empresas? ¿Van a tener opción en Panamá y otros países de la zona, empresas españolas?

No es un hecho aislado. Los modos y maneras de comportamiento de algunas empresas españolas afectan al resto del sector. Ahora, que casi no hay obra pública, habría que reformar el sistema de los concursos públicos en España.

Enunciaré, no argumentaré, algunas ideas para reflexión general.

1. Habría que equilibrar el peso en favor de la parte técnica y reputacional. Ahora prima la parte económica, a pesar de que se haga menos obra pública con cargo al Presupuesto.

2. Hay que dar publicidad al proceso. Publicar las ofertas, y las decisiones. Se trata de dinero público.

3. Tener en cuenta la reputación de las empresas optantes. Su historial. No tan solo las garantías económicas.

4. Establecer un sistema ágil y público de apelación o reclamación contra la adjudicación, con sesiones abiertas y confrontadas. Y acortar los plazos de apelación. Dar a los Colegios de Ingenieros y Economistas un papel de segunda revisión.

5. El Parlamento de Catalunya debería crear una comisión de análisis de los concursos públicos en Catalunya. Daría un informe con recomendaciones de mejora, una vez al año, ante el Pleno.

Las empresas, todas, necesitan un marco de competencia reconocido, y sería bueno, para la competitividad del país que las empresas puedan competir entre ellas y no sólo con argumentos de precio, sino de calidad de cumplimiento de las especificaciones y ética en las relaciones contractuales.

Repito, se trata de dinero público, de todos. Y todos saldríamos ganando.