Sacyr reniega de Vallehermoso
¿Cómo han cambiado las cosas? Hace nueve años fue Vallehermoso la inmobiliaria que absorbió Sacyr. Ahora, la absorbida reniega y se avergüenza de la empresa promotora. Tanto que ha decidido retirar su presencia de la identidad corporativa del Grupo. SyV se queda simplemente en Sacyr. “Un nombre más rotundo y directo”, comentaban en la junta de accionistas que acaba de tomar esta decisión.
Entonces, la locura por estar presente en el sector inmobiliario lo acaparaba todo. Nadie quería perderse parte del enorme y lucrativo pastel que, en forma de ladrillo, se estaba fraguando con la recalificación por toda España de millones de metros cuadrados en los que posteriormente se edificaron 2,5 millones de viviendas en cuatro años.
Justo unos días antes de anunciarse la absorción de Sacyr por parte de Vallehermoso se había ratificado la OPA de ACS por el 10% de Dragados y dos sociedades italianas, Quarta Ibércia y Astrim, se habían hecho con el 75% de Metrovacesa. Sacyr no quería pasar por ese trago y reaccionó.
La fusión estaba cantada tras lo acaecido un año antes, cuando Sacyr compró al entonces Santander Central Hispano (SCH) el 24,5% de Vallehermoso por casi 570 millones de euros. Y se produjo. Por entonces, la promotora era la mayor inmobiliaria de España. Su capitalización bursátil se elevaba a casi 1.400 millones de euros, mientras que Sacyr, que no cotizaba, tenía un valor de apenas 1.100 millones.
Hasta 2007 todo fue viento en popa. Las aportaciones de Vallehermoso en la cuenta de resultados del Grupo SyV eran asombrosas. En ese mismo ejercicio, los ingresos fueron de 1.400 millones y obtuvo 228 millones de euros de beneficios. Contaba con activos valorados en casi 7.000 millones de euros –entre ellos 4,6 millones donde levantar 36.200 viviendas– y una cartera de preventa (viviendas contratadas pendientes de escriturar) por importe de 2.360 millones de euros, que aseguraba la cifra de negocios para los dos años siguientes.
Pero todo se vino abajo. Hoy Vallehermoso, como el resto de las compañías inmobiliarias, se mantiene de una manera ficticia, con unos ingresos nimios que apenas dan para cubrir los gastos derivados de la deuda financiera. Su facturación en 2011 se elevó a 180 millones, su cartera de preventas tiene un valor de apenas 50 millones de euros, y las pérdidas han empezado a aflorar. Fueron de 93 millones al final del pasado ejercicio y acumulaban casi 17 millones al cierre del presente ejercicio. Además, a 31 de marzo de 2012, mantenía una deuda financiera neta de 1.325 millones, y sus existencias contabilizan en el balance por un importe contable de 1.640 millones.