Colau y Carmena: historia de dos ciudades

El camino de ambas ciudades ha sido distinto pese a la similitud ideológica de las dos alcaldesas del cambio

Sobre el papel, Madrid y Barcelona, Barcelona y Madrid, cuentan con gobiernos cortados por el mismo patrón neo-populista que comparten retórica, estética y objetivos.

Sin embargo, en la práctica, y a pesar de sus esfuerzos, la gestión municipal de Manuela Carmena no ha deteriorado ostensiblemente la “gravitas” de la villa y corte ni su economía.

Mientras, el amateurismo errático del equipo que lidera Ada Colau ha logrado situar a Barcelona en zona de liga regional.

Las derrotas de Barcelona

El baño de realidad más palmario vino de la mano de la pérdida de sede de la Agencia Europea del Medicamento.

Fracaso éste provocado no tanto por el contexto político, que también, sino por el síndrome de la liebre y la tortuga, propiciado por la falta de convicción de Colau sobre la importancia del proyecto.

Barcelona ha estado tan llena de sí misma desde 1992 que nadie, y nuestra sobrada alcaldesa menos que nadie, se ha tomado la molestia de compararse honestamente (y sacar las necesarias consecuencias) con otras ciudades de similar calibre.

Éstas, a diferencia de Barcelona, no se ponen trabas a sí mismas ni se distraen en ensoñaciones utópicas como las que se permite la ambiciosa alcaldesa de la Ciudad Condal.

Ada Colau recibió a Dilma Rousseff para censurar "la deriva autoritaria" de Brasil / EFE

Ada Colau recibió a Dilma Rousseff para censurar «la deriva autoritaria» de Brasil / EFE

Sin ir más lejos, no se ha sabido ni querido usar las rentas del turismo para invertir en aumentar y mejorar una renqueante y ya amortizada oferta cultural, antaño dinámica, vibrante y vanguardista y que ahora languidece frente a otras.

Por el contrario, se le ha hecho -y se le hace- el trabajo a las ciudades rivales, tanto nacionales como internacionales, hostigando por igual a inversores y visitantes. Buena parte del éxito de Carmena se deber al fracaso de Colau.

Las victorias de Madrid

Madrid es, a todos los efectos, la gran beneficiada de la gestión de una alcaldesa que ha puesto a dieta a la gallina de los huevos de oro con moratorias hoteleras, demonización turística y pueriles golpes de efecto.

De este modo, en lugar de esforzarse en contrarrestar institucionalmente los efectos negativos del reciente atentado terrorista de las Ramblas y el impacto sobre el turismo de las crispadas movilizaciones ciudadanas, Colau dio codazos para no moverse y salir en la foto al frente de la agitación callejera.

Carmena nombra hijos adoptivos de Madrid a Pedro Almodovar y Raphael / EFE

Carmena nombra hijos adoptivos de Madrid a Pedro Almodovar y Raphael / EFE

El resultado es que mientras Madrid consolida su recuperación, y Carmena recoge los frutos que han venido de la mano de las inversiones en el sector hotelero gracias a la regeneración y peatonalización del centro urbano madrileño y su fuerte y desacomplejada promoción del turismo, Barcelona pierde peso específico tanto en términos de inversión hotelera como de volumen de negocio.

El número de visitantes en Madrid ha crecido a la vez que la oferta de hoteles de cinco estrellas, todo lo cual ha llevado a un sensible aumento de los ingresos por habitación.

Donde las dan las toman

Por el contrario, todo lo que ha logrado el arbitrario corsé que restriñe la oferta hotelera en Barcelona ha sido insuflar una burbuja especulativa como consecuencia del aumento del precio de venta de los limitados hoteles ya existentes, ante la práctica imposibilidad de expansión del sector.

Pero toda hibris tiene su némesis, y no podemos dejar de reconocer que el de Colau ha sido verdaderamente remarcable: partiendo de su incontenible afán por congraciarse con tirios y troyanos ejercitando el funambulismo político, ha obtenido justo el efecto contrario.

Se ha colocado en tal minoría que no ha logrado los apoyos necesarios para aprobar el presupuesto municipal, ni ese caballo de Troya denominado multiconsulta, a pesar de sus denodados esfuerzos por darle oxígeno al separatismo alienando a los partidos defensores del consenso constitucional y ostentando la más ramplona descortesía institucional frente al Jefe del Estado.

Ada Colau durante la presentacion del plan de Estrategia de Inclusión y reducción de las Desigualdades / EFE

Ada Colau durante la presentacion del plan de Estrategia de Inclusión y reducción de las Desigualdades / EFE

Tal vez no deba sorprendernos que la súbita emergencia sin descompresión de la osada y pichiponesca Colau, desde el fondo de la sima de la PAH hasta el tope de la cima consistorial, haya conducido al consistorio a instalarse en una suerte de caos organizado.

En él, 11 concejales fingen gobernar a golpe de titular, y cabe y vale todo, desde unir el tranvía en la Diagonal a hacer más carriles bici, pasando por vetar la instalación de stands de las Fuerzas Armadas en el Salón de la Infancia o renombrar calles sectariamente.

Así, no es de extrañar la pérdida de la Barcelona World Race, las dudas existenciales del Mobile World Congress o la negligente gentrificación de un Raval plagado de narcopisos y privaciones.

Porque una cosa es que Barcelona disponga de una amplia oferta de espectáculos de variedades, y otra bien distinta, que el ayuntamiento sea una opereta a ojos de los inversores.