Sobra demagogia y faltan propuestas
Estamos en la mitad de la campaña electoral de las elecciones al Parlamento de Cataluña del próximo 25 de noviembre. Sin embargo, al analizar la prensa española, a nadie se le escapa que son unas elecciones de gran trascendencia, tanto para el futuro de Cataluña como del Estado español. Cataluña, en las últimas semanas, se ha convertido en el centro de atención de los que evalúan tanto la viabilidad de una España sin Cataluña como la atención que recibe de la prensa internacional.
Si el 25N se configura un gobierno sólido, que asuma tanto los legítimos anhelos de elegir democráticamente su futuro como la necesidad de poner en marcha políticas que fomenten la actividad productiva para generar ocupación, puede obligar a la Unión Europea a replantearse los mecanismos de toma de decisión y, a su vez, de representación de las nacionalidades que configuran la Unión.
La situación es compleja. Por ello, el debate sobre la viabilidad o no de que Cataluña se convierta en Estado de la UE, no debería hacer olvidar a los partidos políticos que la crisis está más presente hoy que ayer, en especial para aquellas familias que están atenazadas por el paro o las que sufren para poder atender las necesidades básicas de los hijos.
Siguiendo la campaña electoral, con algunas excepciones como la del presidente Mas que asume su doble rol de presidente y candidato, parece que la crisis haya desaparecido. No han surgido aún los mensajes de cómo generar ocupación, de cómo apoyar a los emprendedores, de cómo hacer llegar el imprescindible crédito a las empresas o de cómo poner en valor el enorme potencial científico y técnico.
Frecuentemente las propuestas son sustituidas por la crítica al adversario, lo que evidencia tanto la falta de capacidad para explicar y detallar las medidas requeridas para reactivar la economía y facilitar la creación de puestos de trabajo. Y también falta valentía para explicar que nuestro nivel de endeudamiento y el elevado importe de los intereses de la deuda obliga a efectuar ajustes y disminuir la gratuidad de ciertos servicios.
Los mensajes sobre la hipotética catalanización de los apellidos; ignorar la situación financiera de la Generalitat por aquellos que hace dos años gobernaban; difundir mensajes sobre el cierre de los mercados y el boicot del resto de España a los productos catalanes; o decir que hay otras vías sin explicitar más, son evidencias de la falta del rigor requerido en la actual situación de emergencia nacional.
Estamos en el ecuador de la campaña. Hay tiempo para rectificar y poner en el centro del debate a los ciudadanos, a las políticas de recuperación económica, al camino propuesto para la creación de un modelo de estado propio del siglo XXI en el marco de la UE, lo cual inexorablemente cambia el concepto de Estado por la requerida cesión de soberanía.
Empezamos una semana crucial en la que los ciudadanos no podemos, ni debemos admitir que sigan proliferando ni los mensajes sustentados en el miedo, en la mentira y en el no asumir responsabilidades, ni aquellos que no respetan la libertad suprema democrática y buscan la división y la confrontación.