¿Son los griegos irresponsables? ¿Sólo ellos?

Blanco o negro. Alemania o Grecia. Los opinadores gritan, y los españoles más, porque quieren con ello beneficiar o perjudicar las siglas partidistas de turno, sea Podemos, el PP o el PSOE. Pero afortunadamente, aunque sea mucho más complicado, las cosas nunca son binarias.

Existe una primera aproximación, como una clave para que nos podamos entender: la Unión Europea, imperfecta, con instituciones financieras a medio camino, sin una política fiscal común, –todavía– es en gran media una suma de las opiniones públicas de todos sus estados miembros. Y aquí no puede pesar más la de Grecia que la del resto de países europeos y de la zona euro.

Pero es verdad también que Grecia no entró en el euro, se la hizo entrar. Y que el poder financiero de los países del norte se benefició de los déficits acumulados de los países del sur. Porque existe una primera regla: sus superávits, son los déficits de los demás. Y a Alemania le cuesta asumir esa cuestión, pese a las reiteradas advertencias de la Comisión Europea, que siempre ha tenido muy en cuenta que no puede apretar las clavijas de dos dos países: Alemania, y Francia, país al que se le permitió alargar el plazo para reducir el déficit, cuando con España se ha sido mucho más severo.

La cuestión central, como explicaba recientemente Juan Ignacio Crespo, es que a nadie le interesa que Grecia sea un estado fallido. Y que los gobiernos griegos deben ya asumir sus responsabilidades, con reformas en profundidad, como se afrontaron en España en los años ochenta. ¿O no nos acordamos de las penalidades de la reconversión industrial? En TVE se puede ver desde hace meses esa excelente crónica de esos años años, en Ochéntame otra vez, que, aunque visto ahora, sigue poniendo los pelos de punta.

Pero también hay que asumir que las deudas públicas no se pagan en la mayoría de ocasiones. Que ha ocurrido a lo largo de la historia, aunque también es cierto que no se puede ir por ahí diciendo que no pagarás. Error griego. Crespo recuerda que la deuda pública en la mayoría de países no se paga, se renueva. En Estados Unidos, cuatro billones de dólares de la deuda, que es la que tiene la Reserva Federal en su cuenta, se han convertido, según apunta Crespo, en perpetua, porque se renueva a medida que vence. Repitamos: ¡cuatro billones de dólares!

Lo principal, por tanto, es que no cunda el pánico, porque eso sí desestabiliza todo. Irresponsable será el gobierno griego, pero también todos los gobiernos europeos, si se dejan caer en la pendiente.