Taguas reina después de muerto

David Taguas, actual presidente de SEOPAN, se marchó de La Moncloa dando un portazo. Hombre con una alta dosis de autoestima, no encajó con la cintura necesaria en política su distanciamiento tanto de Solbes como del propio Zapatero y dejó la dirección de la oficina económica de Presidencia despechado, resentido y con ganas de buscar una trinchera desde la que dar guerra.

Casi sin tiempo para un respiro, se comunicó en pocos días tras su cese en el servicio a Zapatero su paso al primer puesto ejecutivo de la patronal de los constructores. El nuevo destino causó sorpresa (¿es posible una transición sin traumas desde el centro de la dirección de la política económica socialista a la primera línea de los intereses de las grandes constructoras?), sospechas (se iniciaba la gran crisis, ¿con qué objetivo se le nombraba?) y dudas acerca de posibles incompatibilidades.

Pero las polémicas que no tienen rentabilidad política inmediata duran en este país lo que los peces de hielo en un whisky on the rocks, que dice Joaquín Sabina, y el debate duró poco. Pero Taguas tampoco tardó mucho en empezar a desplegar sus baterías frente al gobierno: hoy anuncio una serie de reivindicaciones urgentes para el sector que ahora me paga, ahora escribo un artículo exigiendo una reforma laboral de fondo… Unas posiciones próximas a pronunciamientos liberales, extrañas por venir de donde venía, pero lógicas desde su nuevo cargo.

En cualquier caso, la herencia de Taguas de su época de primer asesor económico de Zapatero habría de ser con el paso del tiempo más importante que sus actuales posicionamientos, algo que probablemente no previó. Y es que Taguas organizó, cuando estaba al frente de la oficina económica de Presidencia, un observatorio económico en el que hizo participar a economistas que sí que seguramente van a jugar ahora un papel importante en la respuesta a la crisis económica que dé el actual gobierno socialista.

En ese observatorio participaba regularmente César Molinas, un hombre al que les recomiendo que sigan atentamente y que al parecer recibió una oferta para incorporarse al gobierno que no aceptó, y de tanto en tanto el propio… José Manuel Campa, sorprendentemente (nadie lo tenía en sus quinielas) elegido nuevo secretario de Estado de Economía, en sustitución de David Vegara. Ojo, pues, al caladero elegido por Elena Salgado para pescar a los encargados de luchas contra la crisis.

Y si seguimos ese hilo podemos deducir cuáles vayan a ser tal vez las prioridades del actual equipo económico. Si Taguas defendió a poco de salir del gobierno una reforma laboral, el flamante Campa fue uno de los cien firmantes de un manifiesto en el que se reclamaba con urgencia que se abordara ese problema. Y César Molinas, por poner otro ejemplo, escribió recientemente un largo artículo en El País reclamando una reforma del sistema de pensiones. Al loro, que diría el extasiado Laporta.