Tiempo de balances: ocho puntos que reflejan la situación en España

Tiempo de balances. De propósitos de enmienda y de buenos propósitos. En 2014 hemos vivido con la sensación, cada vez más nítida, de que se está acabando un ciclo. En las respuestas que demos en 2015, va a depender y de qué manera nuestro futuro como país. Si tuviera que hacer un puzzle con los hechos más significativos del año que ahora cerramos, ésta sería la selección:

La abdicación de Juan Carlos I. Como quizás el más claro reflejo de la degradación de la vida política española, la más alta institución del Estado tuvo que asumir un relevo no previsto. Los escándalos que salpicaron a la monarquía española y como consecuencia la caída de su popularidad en todos los sondeos empujaron el cambio.

La coronación de Felipe VI. Un nuevo rey para un papel por redefinir. Aunque son plausibles los esfuerzos del actual monarca por modernizar y dar una imagen más moralizante que su predecesor, el discurso de Navidad tuvo un agujero negro: la situación de su hermana. Tuvo también una realización penosa, con algún plano de chiste, pero ése es otro cantar.

El agotamiento del discurso del Gobierno. Acosado por la corrupción, especialmente entre sus filas, y agarrado como un náufrago a una tabla de madera a las cifras macroecónomicas que anuncian una cierta recuperación, Rajoy se muestra incapaz de generar ilusión entre sus gobernados, mientras su partido se instala en el suelo electoral más bajo según las encuestas

La fragmentación de la oposición. En paralelo a la caída en intención de voto del PP, el drama. para el nuevo PSOE de Pedro Sánchez, es que parece incapaz de remontar y aprovechar el hundimiento de su principal adversario. Cierto que Sánchez apenas lleva unos meses al timón socialista, pero no se aprecia con nitidez el relanzamiento necesario. Así, el mapa electoral se rompe en propuestas muy diversas que asoman en un panorama de confusión, coherente con la falta de liderazgo político de las viejas formaciones

El auge de Podemos. La fragmentación descrita anteriormente tiene una clara consecuencia: la emergencia de la propuesta política que lideran Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, Juan Carlos Monedero y otros. Podemos arrambla con todo: con votantes del PSOE, con una IU a la que está destrozando, con Bildu, con parte del espacio soberanista catalán… Su programa es una auténtica incógnita, sus análisis hasta ahora parecen transnochados, pero están sabiendo representar como nadie el enfado de la gente con una políticos que llevan tiempo defraudándola

La encrucijada soberanista. Nadie creyó que fuera a llegar tan lejos, seguramente ni él mismo. Pero el antes moderado Mas ha llevado, como nadie antes, el enfrentamiento con el Estado a unos límites tales que sus vías de solución son hoy una incógnita absoluta. Nunca hasta ahora el soberanismo en Cataluña había estado tan fuerte. El futuro de esta variable es pura incertidumbre.

La desigualdad económica, la pobreza. Lo más hiriente del discurso de Mariano Rajoy cuando se refiere a las buenas cifras macroeconómicas que han empezado a florecer no es que sean exageradas o falsas, por supuesto, sino que suponen un agravio, una burla, para los millones de personas que viven hoy en España en la pobreza o en riesgo de caer en ella, o para los jóvenes de los que más de la mitad de los menores de 25 años está en paro. La insensibilidad en este apartado del presidente del Gobierno es lacerante.

La persistencia del autodenominado Estado Islámico, la guerra entre Ucrania y Rusia en la frontera europea. En definitiva, la ausencia de un liderazgo político internacional y, más cerca, de uno europeo que sepa trazar unas líneas claras de construcción de un nuevo orden multinacional

Éste es el panorama. Desde mi punto de vista, peor que el que hubiéramos podido hacer un año antes, pero a veces las sociedades necesitan ponerse en situaciones límites para sacar lo mejor de sí mismas y abrir un nuevo y prometedor horizonte. Así ha ocurrido en numerosas ocasiones. En otras, no. De nosotros depende.