“Ponga 50.000 dólares en este saco y actúe con naturalidad” le dice Woody Allen al cajero del banco que intenta atracar, en la película Toma el dinero y corre. Es la escena que me ha venido a la mente estos días ante el chorreo de propuestas de nuestros políticos, muchas de ellas, la mayoría, indecentes para los oídos de los ciudadanos.
Una de las últimas en subirse al carro, el día que escribo este artículo, es la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, que por fin ha visto su sueño cumplido. Cargarse la Mostra de Cine. Uno de los primeros y mejores festivales que se pusieron en marcha tras la dictadura, y que permitió dar a conocer la ciudad al mundo del cine y viceversa. Un festival que en el año 81, descubrió y premió con la Palmera de Plata a un controvertido Almodóvar, que además se llevó el galardón de la Federación Internacional de Críticos de Cine (FIPRESCI).
Un festival que bullía en cada esquina de las calles valencianas. Sus terrazas se llenaban de actores, actrices, directores, escritores que se mezclaban con su público. Las salas tenían colas para poder ver las películas que cada año se presentaban. Era un evento barato con un fuerte impacto económico. Y desafío desde este espacio que me brinda Economía Digital a que alguien me lo discuta.
Yo era muy joven en aquella época, pero si de algo me sirve cumplir años es para tener memoria histórica. Recuerdo la foto que me hicieron mientras entrevistaba al primer homenajeado de la Mostra Cinema del Mediterrani, José Luis García Berlanga. Como presidente del jurado estaba, para mí, un dios del cine, Ricardo Muñoz Suay, el productor de Viridiana, de Buñuel, y ayudante de dirección Berlanga en Bienvenido Mister Marshall.
Al año siguiente, el prestigioso pintor Artur Heras, diseñaba un bello cartel para el festival protagonizado por una palmera. Melina Mercuri era la estrella invitada, y Pilar Miró y Manuel Vázquez Montalbán formaban parte del jurado. El neorrealismo italiano con Victtorio Gassman, Yves Montand, Fernando Fernán Gómez, Giulietta Massina, y José Luis López Vázquez, también vibraron con el cine del mediterráneo.
Pero el festival dejó de ser lo que era. Un lujo para Valencia. Y empezó su declive. En 1991, con Barberá recién llegada al consistorio, compartiendo poder con el regionalista Vicente González Lizondo, la estrella invitada fue Isabel Pantoja, con su película El día que nací yo. ¿Cómo se les ha quedado el cuerpo? ¿Algunos lo recuerdan?
Hasta aquí hemos llegado. Se acabo la fiesta. Ná de ná, como dice la canción de Zenet. El cine en Valencia ya se perdió hace tiempo, y ahora el festival era un despilfarro que este año ascendía 1,7 millones de euros. Pero más derroche me parece que el Ayuntamiento se haya ha gastado 1.910.803,22 euros en publicidad y propaganda. Una cifra que desde 2005 suman 16.310.022 euros.
Y más grave resulta la subida, esta semana, del 152 % de la tasa de la basura a 45 municipios. Mientras, los directivos de la Entidad Metropolitana de Tratamiento de Residuos (Emtre) se aumentan el sueldo hasta los 51.000 euros anuales. Algunos ganarán más que el presidente del Gobierno.
La Mostra ha desaparecido pero siempre nos quedará la Fórmula decadente de Ecclestone, que nos cuesta un riñón.